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Investigador del Centro de Estudios Sociales de Chiloé (CESCH)
Abogado, asesor sindical
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Grave explotación de pompón y turberas en Chiloé Encuentro nacional de defensa territorial / Chiloé
Territorio en Movimiento
Entrevistas y Audios
Sebastián Henríquez Farías
Investigador del Centro de Estudios Sociales de Chiloé (CESCH)
Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad de Concepción (UDEC)
Uno de los grandes peligros de conmemorar es precisamente ese, conmemorar. Es hacer de las luchas algo estático, o peor aún, algo del pasado, mediato o inmediato, que evaluamos y re-evaluamos para intentar replicar, pero que a la hora de tener que levantarnos y luchar nuevamente hace surgir comparaciones odiosas, ansiedades innecesarias por repetir aquello que fue exitoso y un largo camino de desgaste que nos lleva a querer dejar la historia atrás y empezar a aprender como si todo fuera nuevo, una y otra vez, separando las coyunturas y pensando que aquello que pasó hace un año no tiene nada que ver con lo que pasa hoy.
Recordar y aprender es útil y necesario, es cierto, pero también lo es analizar y comprender que el mundo en el que estamos insertos es más complejo y dinámico de lo que nuestras “tranquilas” vidas quisieran. Los conflictos se suceden unos tras otros sin que siquiera apenas sepamos hasta que nos instalan frente a la casa una carretera, una fábrica salmonera, o nos construyen un parque eólico sobre la colina de en frente, o echan a nuestras familias de sus tierras o bien éstas tienen que irse por falta de agua o recursos en el campo hacia la periferia de alguna ciudad, ¿Tendrá esto relación con la contaminación del mar y la marea roja del año pasado? Pues, lo más seguro es que sí ¿Tendrá algo que ver con el comercio internacional y el precio del dólar? Posiblemente también.
Pero, y es un gran pero, estamos tan bombardeados de información a través de los medios y las redes sociales que en menos de cinco minutos podemos pasar fácilmente desde los mejores memes de Ossandón, a las diez recetas de cocina imperdibles para el invierno, hasta terminar leyendo sobre la Mujer Maravilla y la vida de la actriz que la encarna. Tal vez, por ahí, perdido en algún lado, hallaremos algo sobre Chiloé, una nota con una foto de mar y palafitos seguramente, y un texto, más o menos escueto (como éste), sobre un tema (o varios) que pueda afectar el trabajo de las familias chilotas o su salud, o su educación, por dar ejemplos.
¿Qué hacemos ante esto? Es decir, ¿Cómo podemos filtrar y enhebrar un relato coherente sobre nuestra realidad y, más importante aún, organizarnos para resistir a ella? Pues lo primero sería posicionarnos, reconocernos, entender nuestra vida en un territorio determinado, y a partir de ello re-construir un relato sobre nuestro territorio, sobre nuestras vidas, que nos ubique en el mundo y nos defina a quienes vivimos en él como personas capaces de transformarlo, según nuestras visiones y pasiones, según nuestras experiencias y vivencias, y no según las de un empresario o un burócrata del Estado, que ni vive ni se preocupa más que de su dinero o su pequeño pedazo de poder.
El mundo, sin embargo, se mueve así, bajo la lógica de los poderosos, de sus empresas, de sus negocios. En ese contexto, la reciente elección de Donald Trump y la vuelta del conservadurismo más rancio a las altas esferas del gobierno de Estados Unidos han hecho prender las alarmas de un sistema neoliberal que estaba muy tranquilo sobre el trono que le había brindado la globalización[1]. Más allá de los efectos inmediatos (tensión por eventual conflicto armado a escala mundial, abandono de acuerdos para prevenir el cambio climático, etc.), las nuevas políticas económicas (enfocadas en un proteccionismo nacionalista a ultranza) ponen en entredicho a los países que dependen del consumo y la inversión de EEUU para generar sus riquezas.
En esa situación está Chile[2], quien no ha dudado en poner hartas de sus fichas en el supuesto nuevo eje estratégico mundial, liderado esta vez por China. Es así como el Gobierno, liderado por la Presidenta, hace pocos días terminó una muy provechosa gira por Asia, en la que (parece chiste, pero no lo es) ofreció “pinos y salmones” [3] como gran producto intercambiable para fomentar la inversión asiática en nuestro país (sin contar eso sí que ambas industrias han provocado dos de las más grandes catástrofes socio ambientales del último tiempo en el país [4] [5]). De esta forma, a través de convenientes Tratados de Libre Comercio (TLC), el Estado, a través del Gobierno, busca una salida para la eminente falta de demanda e inversión, procurando forjar alianzas que mantengan a Chile como un país primario-exportador, con, además, alto valor geográfico como plataforma para el transporte de mercancías entre Latinoamérica y Asia. Estos acuerdos se suman al ya muy conocido Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP[6]), que ha tomado nuevas fuerzas para la regulación e intercambio de tecnologías y manufacturas, así como la regulación de semillas, tráfico de información y ciencia, especialmente farmacéutica, entre otras materias; y el no tan conocido Acuerdo en Comercio de Servicios (TiSA[7]), que si no fuera por WikiLeaks ni nos enteraríamos sobre las implicancias que traerá en el manejo del capital financiero, la regulación en el mercado de servicios y, especialmente, el internet y las comunicaciones.
Este entramado internacional tiene su correlato continental, mediante la participación de nuestro país en la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), la que a través de su Consejo Suramericano de Infraestructura y Planeamiento (COSIPLAN[8]) ha desarrollado la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional (IIRSA), en el que Chiloé forma parte del denominado Eje del Sur[9], que agrupa la zona desde la Región de Los Ríos hasta antes de la zona de las Guaitecas, junto a su equivalente al otro lado de la Cordillera de Los Andes. Esta iniciativa “pública-privada” contempla una inversión de 4.146,6 millones de dólares sólo para esta pequeña parte del Continente, lo que se traduce en 49 proyectos (46 de transporte y 3 de energía) que tendrían por objeto “reducir costos de transporte para ampliar el intercambio de bienes y servicios entre los países y fomentar la complementariedad económica”. Eso sí, de esos 49 proyectos “públicos y privados”, 48 son asumidos por los Estados chileno y argentino, es decir, de público y privado no tiene nada, puesto es el Estado, con nuestros recursos por lo demás, el que desarrollará la infraestructura necesaria (puentes, carreteras, líneas de ferrocarril, aeropuertos, antenas de transmisión, de comunicaciones, etc.) con lo que esperan, por un lado, reducir los costos de los empresarios en el intercambio de sus mercancías a nivel internacional (por ejemplo, las mercancías brasileñas y argentinas ya no tendrían que rodear en buque el continente para llevar sus productos a Asía); y por otro lado, se busca atraer nuevos inversores que desarrollen infraestructura en el continente, especialmente empresas chinas. Entonces, la cosa sería más o menos así: el Estado paga, los empresarios ganan, mientras que los trabajadores y trabajadoras de nuestro país (nosotras, nosotros, nuestras familias) siguen con empleos precarizados, rozando el mínimo[10], sin estabilidad laboral y, más encima, con la expectativa de una pensión de miseria al jubilarse[11].
Además, ¿De dónde sacaremos tanto dinero, tanta energía? Pues bien, el Estado es sumamente previsor y, en su “benevolencia”, junto a la del empresariado, ya tienen planificado el territorio por nosotras y nosotros. Y no cualquier planificación, es una que piensa definir de aquí hasta el 2050 (¡!) el futuro de nuestros territorios y nuestras comunidades. El instrumento elegido para ello es Energía 2050, Política Energética de Chile[12], una planificación estratégica en que el Gobierno, a través del Ministerio de Energía liderado por Máximo Pacheco (a la larga futuro jefe de campaña de la fallida aventura del –tan querido por los empresarios- ex Presidente Lagos), estableció en sus bases u Hoja de Ruta[13] los lineamientos estratégicos sobre los cuales sustentar el crecimiento y desarrollo del país, estableciendo como ejes o criterios programáticos, entre otros, el ordenamiento territorial, la planificación urbana, la pobreza, la participación, la equidad y los pueblos indígenas. De esta forma, ante nuestras narices, ya parece está todo preparado de aquí a más de 30 años más.
Esa planificación no viene en un futuro lejano, ya está aquí y se está ejecutando a través de las modificaciones legales a la Ley 20.936, que trata sobre un Nuevo Sistema de Transmisión Eléctrica[14], estableciendo, entre otras cosas, obligaciones para las instituciones públicas correspondientes, que tendrán la misión de desarrollar un Proceso de Planificación Energética de Largo Plazo[15], la que tiene por objetivo “entregar escenarios energéticos que contengan tendencias, comportamientos del consumo y de la oferta que el país podría enfrentar en el futuro.” Estos escenarios energéticos, entonces, definirán el comportamiento del mercado en el mediano y largo plazo, estableciendo posibilidades concretas para la generación y transmisión de energía en los distintos territorios en que se quiera expandir e instalar alguna industria, establecimiento o población, asegurando la oferta ante la siempre creciente demanda y preparando la infraestructura técnica para enfrentar escenarios de desabastecimiento, catástrofes naturales u otros. De esta forma, el Estado asumirá los costos de la definición estratégica sobre la ubicación de futuros proyectos industriales, llevando adelante los estudios correspondientes para ofrecer las localizaciones, capacidades y tecnologías con que el sector privado proyectará sus operaciones, esta vez eso sí, con el conveniente beneplácito del Estado, quien propiciará las facilidades logísticas (mediante la definición de zonas y trazados), administrativas (mediante declaratorias de interés público), jurídicas (facilitando la expropiación de terrenos) y financieras (mediante acceso a subsidios y créditos) para que éstas se lleven a cabo. ¿Y qué harán los empresarios? Llegar, instalarse y obtener utilidades, a costa del medio ambiente y las comunidades, por cierto, y en especial a costa de Chiloé, que, tras todo este proceso, se espera se declare como un Polo de Desarrollo Energético[16], es decir, una zona de sacrificio para la instalación de mega proyectos energéticos e industriales que satisfagan la necesidad de crecimiento del mercado y otorguen posibilidades geográficas favorables para su expansión.
Este funcionamiento del Estado, a priori lógico para la debida administración de un territorio, debe vincularse a la realidad que vivimos como chilotas y chilotes, y los sucesivos proyectos a los cuales nos hemos visto enfrentados en el último tiempo. Y de cajón cae un proyecto que recién estamos visualizando en sus consecuencias: el Programa Estratégico Meso Regional Salmón Sustentable Los Lagos[17], que se propone, a iniciativa del Gobierno y los empresarios salmoneros, y pese a la nefasta crisis provocada durante el 2016, aumentar la producción de salmones de, aproximadamente, 850.000 toneladas a más de 1.200.000 toneladas anuales ¿Qué impactos traerá esto para nuestro archipiélago ya tan golpeado por esta industria?[18] Además, así se explica, por ejemplo, los viajes a Asia para ofrecer productos, la necesidad de más energía para la producción y los jugosos pagos a los empresarios para poder ejecutar estos “programas de desarrollo”. Y no tan sólo eso, este programa abarca no solo nuestra región, sino que el verdadero interés está más al sur, hacia la Patagonia[19], territorio apetecido hace mucho tiempo por su potencial económico forestal, minero y salmonero.
Con esto otro proyecto emblemático, el Puente sobre el Canal de Chacao, parece más que justificado, ¿o no? [20]. Y es que a primeras, la conectividad para usuarios particulares no es tan atractiva desde un punto de vista estratégico-económico, pues, salvo la empresa que construye, nadie más gana. Así no funcionan las cosas en este sistema ¿Qué es entonces lo que hay detrás? Desde el año 2008, circula por las oficinas del MOP un Mega proyecto Portuario para Quellón[21], que promete no tan solo conectividad para las personas, sino que es la conclusión de una seria de iniciativas destinadas a desarrollar la infraestructura necesaria para el transporte de mercancías y materias primas desde la Patagonia hacia los centros de poder económico y comercial del país. Así, los costos en transporte y logística para explotar y rentabilizar la Región de Aysén disminuirían considerablemente, toda vez que la Carretera Panamericana ya no terminaría en Pargua, sino que se extendería hasta Quellón, punto final de la nueva “península” de Chiloé y lugar en que desembarcarían personas y bienes para su traslado desde y hacia el sur. Menos horas y costos de transporte, más destrucción para los territorios, más ganancias para los empresarios particulares.
De a poco vemos como ese enredo internacional se posiciona y perfora de manera sistemática la tierra en que vivimos y el mar que se trabaja. De la teleserie entre Estados Unidos y China, pasamos a más fábricas salmoneras, nuevos mega puertos y la invasión de una infraestructura de transporte y energética que transforme radicalmente nuestro modo de existencia. Así como la amenaza que se cierne sobre las gentes de las comunidades de la Cordillera de Piuchén[22], que ven como silenciosamente las montañas y cerros que los rodean fueron concesionadas para actividades mineras, actividades que afectarían seriamente su modo de vida al instalarse sobre las reservas de agua dulce de las que dependen para sobrevivir (reservas contenidas en turberas, ecosistemas reservorios de agua dulce[23]) y que, en el largo plazo, modificarían geográficamente el lugar en que viven, alterando los flujos y pendientes, propiciando no tan solo sequías, sino también inundaciones en las zonas que habitan las familias. Situación similar viven las personas de Ancud, que ven como la Playa de Mar Brava está siendo amenazada por la instalación de un mega proyecto eólico, el Parque Eólico Chiloé [24], de la empresa chileno-sueca Ecopower, que trastornará seriamente el ecosistema y provocará profundos cambios ambientales en la zona.
Estas problemáticas, que son reales, que ya se pueden ver, no tienen que ver con creer en uno u otro modelo de desarrollo (u oponerse a él), o con uno u otro modelo de Estado. Son las consecuencias nefastas de un sistema político, conocido como neoliberal-extractivista[25], que subordina el trabajo y la vida a la obtención de rentas para unos pocos privilegiados que detentan el poder real en nuestro país y el mundo.
Los resultados del modelo en la población son graves. Y mucho. Según el Plan de Desarrollo Comunal (PLADECO[26]) de la comuna de Quellón, por ejemplo, las cifras de pobreza indigente y no indigente superan el 25%, uno de los índices más altos a nivel regional y nacional. No tan solo eso, “las mujeres de Quellón han experimentado la violencia desde muchos años. Esto debido a la permanencia de factores familiares y sociales que mantienen arraigada esta conducta: hombre proveedor, machismo, alcoholismo, temores, poder de decisión exclusivo del hombre, violencia masculina, etc., lo que se manifiesta en los diversos espacios de la vida de las mujeres, especialmente en el plano intrafamiliar: relaciones de pareja, de padre a hijas, inclusive desde hijos hacia sus madres.[27]” Esto se agrava especialmente con la existencia de redes de trata de personas, especialmente para la explotación sexual infantil[28], y la violencia que se mantiene constante y sonante en nuestras calles y casas, y que ya el año 2011 alcanzaba niveles preocupantes[29].
Muestro esto, no con el afán de denostar a mis vecinos y vecinas (aunque sí creo debiésemos denunciar y funar cada uno de estos actos violentos y las personas que los ejecutan), sino que mi objetivo es señalar una muestra del engaño y la ilusión en que vivimos a diario (el alcoholismo y la drogadicción, por ejemplo, muestran cifras preocupantes en todas las comunas del Archipiélago, sobre todo en zonas rurales), y apuntar a que en el pueblo más intervenido de Chiloé por la industria salmonera, ésta ha permitido, con la excusa de un par de lucas más de sueldo, la degradación de la vida de nuestras comunidades y el permanente peligro en que viven las niñas y niños en este entorno ¿Es eso lo que queremos? ¿A eso le llaman desarrollo?
No es tan solo una resistencia política el ser crítico con ello, sino que es un ejercicio legítimo de autodefensa de nosotras y nosotros mismos, y de nuestras comunidades y familias, el organizarse y construir alternativas.
Revalorar nuestra existencia, posicionar la acción y el pensamiento.
Nosotras y nosotros lo merecemos.
Notas:
[1] Para profundizar sobre el proteccionismo de Donald Trump y los impactos que tendría en la economía mundial: http://economia.elpais.com/economia/2017/01/28/actualidad/1485628215_357220.html
[2] Para conocimiento del intercambio de bienes y servicios entre Chile y EEUU: http://www.t13.cl/noticia/negocios/internacional/que-y-cuanto-le-compra-estados-unidos-a-chile
[3] Para desarrollar los puntos de los nuevos TLC de Chile con países asiáticos: http://www.emol.com/noticias/Nacional/2017/05/11/857864/Salmones-y-articulos-forestales-Los-productos-que-Chile-busca-venderle-a-260-millones-de-indonesios.html
[4] Sobre la responsabilidad de la Industria salmonera y la Marea Roja de 2016: http://www.24horas.cl/nacional/greenpeace-chile-relaciona-vertimiento-de-salmones-con-marea-roja-en-chiloe-2124583
[5] Sobre la relación entre Industria Forestal e Incendios forestales de inicios del 2017: http://www.elciudadano.cl/medio-ambiente/la-industria-forestal-y-los-incendios-que-no-paran1/01/23/
[6] Para profundizar sobre el TPP y sus consecuencias: https://economiatodos.cl/2015/10/13/el-tpp-explicado-con-manzanitas/
[7] Para conocimiento del TiSA y sus efectos: https://www.derechosdigitales.org/10204/tisa-un-nuevo-mega-tratado-economico-que-sigue-el-modus-operandis-del-tpp/
[8] Sobre la Estructura del COSIPLAN y el IIRSA: http://www.iirsa.org/Page/Detail?menuItemId=45
[9] En relación a la Cartera de proyectos 2016 del COSIPLAN a través de la IIRSA: https://www.flipsnack.com/IIRSA/informe-de-la-cartera-de-proyectos-del-cosiplan-2016.html Página 126 y siguientes.
[10] Sobre la realidad de los salarios en Chile: http://www.fundacionsol.cl/estudios/los-bajos-salarios-chile/
[11] Sobre el modelo de AFP y las pensiones de miseria: http://www.fundacionsol.cl/estudios/pensiones-seguridad-social-gran-negocio/
[12] Para profundizar sobre la política energética de Chile: http://www.energia.gob.cl/sites/default/files/energia_2050_-_politica_energetica_de_chile.pdf
[13] Para conocimiento de la Hoja de Ruta o bases de la política energética en nuestro país: http://www.energia.gob.cl/sites/default/files/hoja_de_ruta_cc_e2050.pdf
[14] Para quien desee escarbar en el nuevo texto de la ley sobre transmisión eléctrica: http://www.leychile.cl/Navegar?idNorma=1092695
[15] Sobre la Planificación Energética de Largo Plazo: http://www.energia.gob.cl/sites/default/files/plan_de_trabajo_pelp_6feb17.pdf
[16] Sobre Chiloé como Polo de Desarrollo Energético: http://www.territoriocesch.com/noticias-2/iy08lmws26/Se-inician-reclamaciones-ante-el-ministerio-de-energ%C3%ADa-para-evitar-que-Chilo%C3%A9-sea-declarado-Polo-de-Desarrollo-Energ%C3%A9tico
[17] Sobre el Programa Estratégico Meso-regional Salmón Sustentable Los Lagos, un acta de una sesión para su establecimiento: https://www.lemondediplomatique.cl/IMG/pdf/PROGRAMA_ESTRATEGICO_MESOREGIONAL.pdf
[18] En relación al desarrollo y futuro de la industria salmonera en nuestro territorio: http://www.elmostrador.cl/noticias/multimedia/2016/05/04/video-las-polemicas-declaraciones-de-hector-kol-hace-tres-anos-sobre-el-desastre-futuro-de-las-salmoneras/
[19] Sobre el Programa Salmón Sustentable en la Región de Aysén y la Patagonia chilena: http://www.agendaproductividad.cl/wp-content/uploads/sites/22/2014/10/Programa-Estrat%C3%A9gico-Mesoregional.-Salmonicultura-Sustentable.pdf
[20] Para iniciar el profundizar en torno a las razones del Puente sobre el Canal de Chacao: http://www.pulso.cl/opinion/debate-por-puente-sobre-canal-de-chacao/
[21] Sobre el mega proyecto portuario en Quellón: http://prensachiloe.cl/mop-aunicio-mega-proyecto-portuario-para-quellon/
[22] Sobre la realidad que viven las comunidades de la Cordillera de Piuchén y las acciones que toman para organizarse y resistir: http://www.territoriocesch.com/noticias-2/j2phda1026/Comunidades-de-la-cordillera-de-Piuch%C3%A9-se-organizan-para-defender-el-agua-de-sus-turberas
[23] Sobre las turberas y su importancia para los ecosistemas: http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0716-078X2008000400002
[24] En relación al Parque Eólico Chiloé en Playa Mar Brava: http://www.territoriocesch.com/noticias-2/j05zvggt26/El-04-de-abril-se-juega-el-destino-de-Mar-Brava-en-el-Tribunal-Ambiental-de-Valdivia
[25] En relación al modelo neoliberal-extractivista: http://www.mapuexpress.org/?p=334
[26] Plan de Desarrollo Comunal de Quellón: http://transparencia.muniquellon.cl/archivos/pladeco_6.pdf
[27] Cayumán Morales, Tatiana y Asenjo Bertín, Alexander; VIVENCIAS Y PERCEPCIONES DE VIOLENCIA DE GÉNERO CONTRA LA MUJER EN MUJERES ENTRE 25 Y 65 AÑOS, COMUNA DE QUELLÓN, año 2009. Tesis de la Universidad Austral de Chile. Revisada en: http://cybertesis.uach.cl/tesis/uach/2010/fma816v/doc/fma816v.pdf
[28] Sobre la explotación sexual infantil y la trata de personas en Chiloé: http://www.elclarin.cl/web/noticias/cronica/14529-explotacion-sexual-infantil-en-chile-las-cifras-del-horror.html
[29] En relación al aumento de violencia, específicamente sexual, en Quellón, el año 2011: http://www.soychile.cl/Chiloe/Sociedad/2011/11/24/53716/Quellon-sufre-por-preocupante-aumento-de-delitos-sexuales.aspx
Por Lisette Soto Delgado
Investigadora del Centro de Estudios Sociales de Chiloé (CESCH).
* Artículo publicado originalmente por el Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
* La autora es Socióloga por la UDEC y Magister en Hábitat Residencial por la U. de Chile. Por estos meses se encuentra en Ciudad de México cooperando con proyectos de investigación relacionados con hábitat y residencia.
“Lo que está en crisis es mucho más que un modelo económico: es el modo mismo como habitamos, como estamos parados (as) en el mundo”, leyendo a Gabriel Schutz en Hacer Tierra, esta frase me queda dando vuelta. Y resuena tan fuerte como para abrir un tema que parece repetirse en los grupos de personas que se reúnen con una intención de cambio y de construcción política: cómo apropiarse del vivir. En este recorrido, una cuestión interesante y uno de los principales desafíos ocurren cuando se trata de armar mecanismos y estrategias de organización para defender territorios, visibilizar luchas y discursos, generar convocatorias capaces de resistir proyectos de grandes inversores y, en el mejor de los casos, levantar propuestas y alternativas a la realidad que los tensiona.
En este texto más que plantear una reflexión que permita una lectura para generalizar, quiero mostrarles un caso, que parece ser efectivo, de trabajo constante, que en los últimos años ha fortalecido el “orgullo barrial” y ha entregado a sus habitantes fuerza suficiente para disputar espacios, decidir sobre cómo se habita, y en definitiva, cómo se vive. La violencia del despojo y el desplazamiento forzado, la violación a los derechos individuales y colectivos obliga a la organización, a dar cara y hacerse parte de las transformaciones urbanas. Así como la creación de redes de trabajo, abren espacios que fortalecen los procesos para la producción de nuevas experiencias de trabajo común.
Chile y México unidos por la solidaridad
Una librería de nombre “Salvador Allende”, una de las pocas en donde se publicaban obras de Marx, Lenin y Mao a principio de los ´70 en ciudad de México, mostraba el fuerte vínculo entre ambos países. En aquellos años el triunfo socialista del sur de Latinoamérica se vivía como propio y, luego, a la llegada de la dictadura, hacía crecer fuertes redes de solidaridad... Hoy, las dictaduras en estricto rigor han acabado, más no el desplazamiento forzoso que siguen viviendo muchos en sus barrios, chilenos o mexicanos. En un ambiente ya no repleto de militares sino más bien de inmobiliarias, se vuelven a tejer historias comunes, esta vez en uno de los barrios del área central de la Ciudad de México: la Colonia Juárez. Sergio González – cuya familia fuera dueña de la librería “Salvador Allende”- , es hoy activista y uno de los vecinos que se proclama “Juaricua” con orgullo. Por medio de una conversación, nos relata los conflictos que han llevado a la organización de muchos vecinos y vecinas en los últimos años. En dicho recorrido, señala, han sido varios los y las chilenas que paradójicamente han llegado a conocer y apoyar a estos habitantes quienes con estrategia y creatividad se hacen escuchar.
Breve cronología de una resistencia vecinal
La Colonia Juárez posee construcciones de gran valor histórico, artístico y patrimonial. Su arquitectura tuvo su máximo esplendor a fines del siglo XIX y parte del siglo XX cuando la burguesía, artistas y políticos de la época, escogieron la zona como lugar para vivir. Posteriormente, el crecimiento urbano la convierte en una zona céntrica de la ciudad, lo que lleva a sus habitantes a buscar nuevas residencias, permitiendo que muchas de las casonas se reconvirtieran al comercio y luego, sumados a los daños producidos por el sismo del ´85, la zona se degradara, permitiendo a otro tipo de habitantes ingresar. Sin embargo, desde los años 2000 crece el interés por su gran potencial comercial, lo que le ha significado planes de densificación y desarrollo urbano que amenazan toda la vida construida previa a ser zona de interés. Y sus habitantes, hoy claramente invisibilizadxs pretenden ser reemplazadxs.
Activar la movilización
“Una de las claves de la organización ha sido pensar y ordenar el actuar de manera estratégica”, así lo asegura Sergio. Buscar salidas para que el enfado producido por un modelo urbano sea canalizado de manera colectiva, en un primer momento resistiendo proyectos de inversores pero luego dando paso a proyectos alternativos, desde su experiencia como vecino movilizado, necesita de ciertos elementos: 1) estar afectadxs: que el hábitat se vea afectado directamente por un conflicto (el lugar que se ha elegido para habitar y co-habitar),junto a la afectación que eso conlleva (emocional, corporal con unx mismx y con los demás); 2) escuchar dónde lleva el deseo: ser capaz de escuchar hacia donde lleva el conflicto, hacia donde te moviliza; 3) disposición a la acción común: buscar alternativas para la solución. En esta tríada de elementos, en el centro estarán los recursos (como las estrategias, la comunicación, la solidaridad) que llevan finalmente a la movilización.
Inicio de 2014.
Por primera vez, vecinos y vecinas habitantes de uno de los tantos edificios patrimoniales históricos de Colonia Juárez, Liverpool #9, se enfrentan a nuevos actores y situaciones que alteran sus rutinas. Al conocer el concepto de “gentrificación”, caen en la cuenta que son estos procesos los que lxs sitúan en un problema común: decidir dónde quieren vivir. Las tensiones que comienzan a experimentar en el edificio, producto de la intervención de una empresa inmobiliaria, les lleva a una pregunta que gatillará una serie de acciones para conocerse, para eliminar las diferencias (muchas veces domésticas), para buscar en sus historias familiares y generar intimidad suficiente para llevarlos a transitar un camino de resistencia común.
Sebastián Henríquez
Investigador del Centro de Estudios Sociales de Chiloé (CESCH)
Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales UDEC
* Ensayo contenido en el próximo número de la revista argentina Sudacas, sobre luchas territoriales del Cono Sur.
Raros y sumamente difíciles han sido los últimos meses en el Archipiélago de Chiloé, en el sur de Chile. En un territorio en que la magia y la mitología se confunden y entrelazan con la cultura y la naturaleza, la intervención humana se hace sumamente notoria en el mar, en el suelo. Es en ese contexto cargado de simbolismos y tradiciones donde la contradicción capital-trabajo empieza un nuevo ciclo, donde se reconvierte para impulsar con más energía una forzada vinculación con los centros del poder político y económico, trastornando nuestras vidas y en ello el cómo nos relacionamos con el medio natural que nos acoge.
Allí donde el sol nace, también muere, y el mar una vez más ha tocado nuestras puertas.
Chiloé: De la Economía doméstica familiar a la industrialización urbana en la dictadura.
El Archipiélago de Chiloé es un complejo territorial formado por una isla grande y varias islas pequeñas, ubicado en el sur de Chile. Originariamente zona de pueblos nómadas y recolectores (como los chonos), a lo largo de su historia ha experimentado sucesivos desplazamientos poblacionales, siendo especialmente relevante la llegada del pueblo mapuche-williche (aproximadamente en el siglo trece), lo que significó la migración forzosa de los pueblos recolectores hacia el sur. No obstante el enfrentamiento cultural, dicho encuentro tuvo también como resultado la retroalimentación colectiva de saberes entre dichos pueblos, integrando la economía prioritariamente marítima-recolectora de los chonos con la desarrollada agricultura de la papa o el maíz del pueblo williche.
Con la llegada de los conquistadores españoles, las y los chilotes pasaron a formar parte del entramado político y económico de La Corona, estructurando a pequeña escala las instituciones con que se obligó a los pueblos a servir de mano de obra para los nuevos grandes hacendados que se instalaron en el territorio a sangre y fuego, prevaleciendo de esa forma ante los pueblos indígenas, cuyos levantamientos significaron la muerte de gran parte de la población williche y su reducción a comunidades aisladas, sin posibilidad de disputa en términos de economía o producción, y por tanto sin margen para una disputa territorial o política. Además los conocimientos traídos desde el viejo continente contrastaron y disputaron los saberes ancestrales del pueblo williche, sintetizada dicha contradicción en la persecución y descrédito de las figuras religiosas y ceremoniales williche, especialmente la machi, y la consecuente sobrevaloración de la magia y los brujos (españolizados) en la nueva tradición doméstica local.
Dicho conflicto socio cultural tuvo su mayor expresión en la etapa posterior a la anexión del territorio insular a la naciente República chilena en 1826, proceso en el cual la nueva administración del país, sea por imposibilidad física-comunicacional o por priorización política-económica, descuidó las nuevas zonas anexadas, permitiendo una reconfiguración local del poder, mediante el alzamiento de una nueva estructura, la Recta Provincia, conformada por los autodenominados brujos, quienes de cierta forma ejercieron el control político de la región hasta su persecución, juicio y muerte por parte del Estado de Chile a fines del siglo diecinueve[1].
En el mismo período, los pueblos del Archipiélago lograron consolidar procesos productivos basados principalmente en la satisfacción de la demanda local y en el establecimiento de pequeñas industrias urbanas. De esta forma, al ser el consumo doméstico el eje central sobre el cual se articulaba la economía, las formas y los eventos con que se realizaba dicha actividad se construyeron a partir de una fuerte conciencia comunitaria y familiar, sintetizando dichas experiencias en la figura de la Minga, eventos sociales en que las y los pobladores se ayudaban mutuamente entre sí a producir sus tierras, recibiendo a cambio parte de la producción, además de la comida y el abrigo necesarios durante los días de faena.
Esta forma de vida permaneció con escasa intervención estatal hasta fines del siglo veinte, período en el cual, para revertir la crisis económica de principios de los años 80, los regentes de la Dictadura Militar impulsaron una serie de proyectos económicos con el objeto de cambiar la matriz productiva de distintas regiones del país, potenciando el mercantilismo a través de la producción y extracción de materias primas para su comercialización a gran escala a nivel internacional[2]. Dicho plan conllevó el establecimiento de varias industrias a lo largo del país, lo que en nuestro territorio tuvo como resultado el establecimiento, hasta hoy, de la industria acuícola salmonera, quienes so pretexto de estabilidad laboral y financiera, vincularon a los habitantes del territorio a sus faenas, condicionando una masiva migración del campo a la ciudad, una progresiva dependencia del dinero y un cambio del entorno rural y urbano con la irrupción a gran escala del comercio, el transporte de mercancías y el establecimiento de una pequeña y gran infraestructura productiva al servicio del nuevo eje económico local, manteniendo una urbanización acelerada y permitiendo la postergación de las zonas rurales, quienes se ven excluidos del acceso a salud, educación, agua y energía.
La Crisis de Mayo: Responsabilidades tras la Marea Roja.
La continua transformación del territorio, así como una indiscriminada explotación del mar, han hecho que el medio natural se resienta de gran manera ante dicho cambio, experimentando periódicas crisis, cada vez más graves, que, en nuestro caso, han tomado la forma de marea roja, siendo la del año pasado la más intensa y extensa, provocando la muerte de gran cantidad de especies marinas, hecho que no había sucedido anteriormente[3]. Este trastorno natural significó para los pueblos del Archipiélago la privación de su principal fuente de subsistencia y trabajo, lo que se sumó en los centros urbanos a la creciente cesantía de los trabajadores de la industria del salmón, afectada hacía semanas por un virus que causó la mortandad de miles de toneladas de producto.
Lento fue el descubrimiento de la magnitud de lo que pasaba, pero no así la reacción de las y los chilotes, quienes rápidamente optaron por movilizarse ante la nula respuesta de las autoridades y el silencio culpable de los empresarios salmoneros. Cortes de carretera, barricadas y fogatas interminables se sucedían pueblo tras pueblo, denunciando al calor del mate que la culpa no era de la naturaleza, sino del hombre y sus negocios. En asambleas improvisadas alrededor del fuego y con el temor constante de la represión del Estado, las y los pobladores fueron enhebrando los acontecimientos recientes con sus conocimientos de la tierra y el mar que viven y trabajan, constatando así el final de una historia que no acaba, la de la destrucción de nuestro Archipiélago y el sometimiento de nosotras y nosotros mismos con ello.
El Gobierno salió rápidamente a tapar los hoyos de una legislación y fiscalización deficiente, no escatimando recursos ni vergüenzas para culpar de la crisis a fenómenos naturales, al calentamiento global y a supuestas raras condiciones meteorológicas, sin esperar estudio alguno y con la presión constante de un pueblo que se moviliza con fuerza y decisión[4]. Sin embargo, la masividad y organización de las y los chilotes, en la isla y en el continente, así como el flujo rápido de información por redes sociales, permitieron que rápidamente se disputara aquel discurso, posicionando en el debate nacional los argumentos que muestran el deterioro sufrido por el mar a causa de la industria salmonera, quienes durante décadas han crecido sin fiscalización alguna, contaminando no sólo los bordes costeros, sino que el maritorio completo, posibilitando de esa forma nuevos fenómenos de marea roja, que, como se señaló, cada vez son más intensos y dañinos.
Esta crisis no fue superada sino por la propia falta de perspectiva de quienes conducían la movilización (principalmente pescadores), los que acusaron un evidente gremialismo al plantear sus demandas, lo que significó división y malgasto de energía con el resto de organizaciones sociales y de trabajadores, no pudiendo hacer frente al Estado en mantener una movilización masiva que pusiera en la mesa el verdadero conflicto, más allá de lo económico. Esto permitió a los operadores del Gobierno dilatar el conflicto, permear la opinión local y nacional, y negociar separadamente con los gremios y localidades, profundamente separados en cuanto a demandas y organización.
Quienes salieron airosos, una vez más, fueron los empresarios salmoneros, quienes no solo se han desligado de responsabilidades, incluso siendo fuertemente apuntados por el vertimiento de 9000 toneladas de salmones muertos semanas antes que estallara la crisis, sino que también han obtenido jugosas indemnizaciones y financiamiento para solventar las pérdidas que su propio descuidado manejo han causado a sus industrias y al medio ambiente, aunque a esto último seguramente no se le destinará ninguno de esos dineros[5].
No obstante, dichos sucesos también permitieron la vinculación y organización de amplios sectores de trabajadores y pobladores, quienes mantenían escasa participación hasta entonces. No se pone en duda, en ese sentido, que existen y existirán fuerzas que combatan de manera organizada los planes del empresariado nacional y transnacional, aunando los sentidos, las manos y nuestras voces en un gran vendaval que irrumpa mediática y políticamente en la vida local y nacional, planteando la posición de las y los postergados, chilotes de vidas sencillas y dignas que conviven y respetan la tierra y el mar en que viven y conviven.
El día después: Reconversión laboral y amenaza minero-forestal-energética.
Aún están por verse las verdaderas consecuencias de lo sucedido el año pasado. Mientras tanto, el capital no da tregua y prepara nuevos embates con los cuales subordinar nuestro territorio y su gente. Y lo hace con prisa, puesto que la sobre explotación del territorio chileno ha puesto en jaque a los empresarios, quienes han visto como su producción desmedida se les va de las manos, necesitando con urgencia una solución que de oxígeno a su economía y mantenga rentables los negocios, ampliando los mercados, las rutas y las zonas de sacrificio ambiental. El empresariado chileno en esto hará gala nuevamente de su miopía estratégica y forzará el crecimiento de la única manera que parece saber hacerlo: más fábricas, más extracción. Cero innovaciones o desarrollo tecnológico productivo, escasa investigación y mínimo aporte a nuevas formas de producir de manera sostenida y sustentable, de alguna forma más armónica (si es que se puede) con el entorno natural y los pueblos.
En el caso de Chiloé, esto traerá consigo una nueva fase en su devenir histórico, en la cual se avanza un paso más en la integración con la economía nacional e internacional, pasando a formar parte permanente de los flujos económicos en el continente, subordinando la producción local a la industria extractiva y precarizando aún más las condiciones laborales de las capas más pobres de las comunidades, especialmente de las zonas rurales, quienes ven como su economía de subsistencia se ve desplazada por la necesidad del dinero y el comercio para sobrevivir.
Dado este contexto, la construcción del puente sobre el Canal de Chacao aparece como la inversión estratégica más fuerte de las últimas décadas[6], no tan sólo por los millones que se gastarán, sino porque representa la anexión definitiva de nuestro territorio a los circuitos productivos nacionales e internacionales (según la IIRSA), permitiendo la extracción indiscriminada de recursos tanto del Archipiélago como de la Patagonia chilena, la cual se vinculará a través de mega puertos, con su centro en el mega puerto que se proyecta en Quellón, al sur de la Isla Grande de Chiloé.
Este plan de expansión de la economía chilena significará, en lo pronto, la instalación de industrias mineras y forestales a gran escala en nuestro territorio, las cuales hasta hoy mantienen un rol escaso o nulo en nuestra economía local, potenciando de esa forma la precarización laboral y el deterioro progresivo de las fuentes naturales de agua y recursos. Además, el plan contempla aumentar las fuentes de energía de manera significativa de aquí a unas décadas, lo cual representa otra amenaza latente para nuestro Archipiélago, especialmente por la instalación de megaproyectos de energía eólica, cuyas aerogeneradores de 150 a 180 metros de altura son instalados sobre las denominadas turberas ombrotróficas o “de altura”[7], grandes zonas de tierra donde se acumula y reserva el agua, afectando así los flujos de la misma, con consecuencias serias en cuanto a daño del medio natural y para el acceso de las comunidades aledañas. Todo esto como parte también de una planificación estatal sobre “polos de desarrollo energético” que es una forma sutil de llamar a las nuevas zonas de sacrificio que soportarán en sus territorios el crecimiento industrial y comercial[8].
Los rostros tras el papel: Desafíos en la re-construcción del y la chilote como proyecto histórico.
Los pueblos originarios lograron elaborar propuestas comunitarias que a partir de su experiencia sensible tuvieron expresión en variados ámbitos de la vida colectiva, sintetizando las distintas cosmovisiones en que el equilibrio entre el individuo, la comunidad y el medio natural era el punto de partida sobre el cual construyeron y experimentaron proyectos históricos de sociedades. Esta dinámica de vida, tantas veces iniciada y tantas otras interrumpida, se mantuvo en las localidades chilotas hasta bien entrado el siglo veinte. Hoy, la tecnología, el consumo y, sobre todo, la dependencia financiera y laboral nos han vinculado a un sistema económico y político al cual no optamos ni decidimos, y al cual la tierra y el mar se resienten.
Urge, por tanto, hallar en el camino de la organización y la conciencia, las respuestas que nos permitan re-encontrarnos con nosotras y nosotros mismos, con nuestras comunidades y nuestro territorio, buscando en el entendimiento colectivo aquellos saberes que nos fueron negados y construyendo otros propios que nos permitan desenvolvernos hacia el futuro. En ese andar, es la cooperación y la solidaridad entre los pueblos, entre las personas, lo que nos reconciliará con aquello que somos y con aquello a lo que pertenecemos.
La chilotidad, o cultura chilota, no es letra muerta, no es paisaje turístico ni plato de comida, es vivencia histórica, es sufrimiento de miles de chilotas y chilotes que hoy en día viven las contradicciones de un sistema impuesto e impropio, que ensucia nuestras comunidades y perturba nuestras mentes. Es y será importante re-conocernos en este momento histórico, afrontar con pensamiento crítico nuestra realidad y re-construir con doble esfuerzo nuestras familias y nuestras comunidades. Los territorios, las ciudades y los pueblos son expresión de lo que somos, de lo que consumimos y creamos. De nosotras y nosotros depende cultivar esa semilla, sembrar ese campo y recoger los frutos con que la vida nos recompensará aquella ardua tarea.
En el largo camino de este nuevo entendimiento, habrá dificultades, errores y fracasos, pero allí donde existe explotación, machismo y violencia, germinará con brío la semilla de la libertad, la dignidad y la consecuencia, con la frente en alto, remando con fuerza.
Notas/
[1] Para profundizar en este tema ver “Chiloé, Cultura de la Madera. Proceso a los brujos de Chiloé” de Mauricio Marino y Cipriano Osorio.
[2] Para profundizar en este tema ver “La Transformación Económica Chilena entre 1973-2003” en http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-719.html
[3] Un artículo acabado que aborda la definición y problemática de la marea roja en Chiloé en el siguiente link: http://www.territoriocesch.com/noticias-2/io8qob8t26/Otros-antecedentes-a-considerar-sobre-la-crisis-ambiental-en-el-mar-de-Chilo%C3%A9
[4] Para profundizar en el contexto de la problemática: http://radio.uchile.cl/2016/05/03/marea-roja-pescadores-exigen-soluciones-dignas-al-gobierno/
[5] Para introducirse en el abordaje de las responsabilidades gubernamentales del desastre ver: http://www.eldesconcierto.cl/2015/12/10/nueva-crisis-de-la-industria-del-salmon-y-la-responsabilidad-del-gobierno/
[6] La inversión estimada es de USD 740 millones y contempla la construcción de un puente que atraviesa el Canal de Chacao, a la altura aproximada de Punta San Gallán, donde el Canal presenta un ancho de alrededor de 2.5 km. Ahora bien, para profundizar en la imposición antidemocrática, saqueo extractivista y postergación histórica que hay tras este proyecto, ver el artículo de Eduardo Mondaca, investigador del CESCH, en el siguiente link: http://www.eldesconcierto.cl/2016/02/25/las-razones-del-no-al-puente-en-chiloe-imposicion-antidemocratica-saqueo-extractivista-y-postergacion-historica/
[7] Las turberas son humedales formados por la acumulación de turba y que poseen una vegetación formadora de turba (Martinez-Cortizas et al. 2009). En estas áreas se deposita materia orgánica en distintos grados de degradación anaeróbica. Estos depósitos se forman en depresiones de terrenos o sobre sustratos rocosos oligotróficos, donde se acumula agua o ésta fluye lentamente bajo un régimen pluvial (lluvias) permanente (Schlatter & Schlatter, 2004). Cumplen el rol de reservorios de agua dulce para Chiloé, ya que el Archipiélago no tiene un suministro de agua a partir de deshielos como en el continente.
[8] Actualmente se lleva a cabo el proceso de planificación energética del Ministerio de Energía, en el cual se definirán los nuevos “Polos de Desarrollo Energético”; territorios donde se brindarán todas las facilidades legales para la expansión energética. Si Chiloé se define como tal, se continuaría con la destrucción de turberas de altura, agravando la sequía hídrica en comunidades rurales y asegurando la oferta energética para faenas mineras de gran impacto. Es necesario señalar que la demanda energética del país está totalmente cubierta y que se exporta energía a otros países, por ello es evidente la utilización de los megaproyectos para lucro privado y no por una necesidad social (Centro de Estudios Sociales de Chiloé, 2017)
Bibliografía/
Castillo, G. (2016). Marea roja: Pescadores exigen “soluciones dignas” al Gobierno. En Radio Universidad de Chile: http://radio.uchile.cl/2016/05/03/marea-roja-pescadores-exigen-soluciones-dignas-al-gobierno/
Centro de Estudios Sociales de Chiloé / CESCH (2017). Se inician reclamaciones ante el ministerio de energía para evitar que Chiloé sea declarado Polo de Desarrollo Energético. En http://www.territoriocesch.com/noticias-2/iy08lmws26/Se-inician-reclamaciones-ante-el-ministerio-de-energ%C3%ADa-para-evitar-que-Chilo%C3%A9-sea-declarado-Polo-de-Desarrollo-Energ%C3%A9tico
González, P. (2015). Nueva crisis de la industria del salmón y la responsabilidad del gobierno. En periódico el desconcierto: http://www.eldesconcierto.cl/2015/12/10/nueva-crisis-de-la-industria-del-salmon-y-la-responsabilidad-del-gobierno/
Guaquin, V., Cárcamo, P., Tapia, B., Pino, J. (2016). Otros antecedentes a considerar sobre la crisis ambiental en el mar de Chiloé. En Centro de Estudios Sociales de Chiloé: http://www.territoriocesch.com/noticias-2/io8qob8t26/Otros-antecedentes-a-considerar-sobre-la-crisis-ambiental-en-el-mar-de-Chilo%C3%A9
Marino, M., Osorio, C. (1979). Chiloé, Cultura de la Madera: Proceso a los brujos de Chiloé. Castro: Imprenta Cóndor.
Martínez Cortizas, A., Pontevedra Pombal, X., Novoa Muñoz, J. C., Rodríguez Fernández, R. & J. A. López-Sáez. (2009). Turberas ácidas de esfagnos. En: VV.AA., Bases ecológicas preliminares para la conservación de los tipos de hábitat de interés comunitario en España. Madrid: Ministerio de Medio Ambiente, y Medio Rural y Marino.
Mondaca, E. (2016). Las razones del no al puente en Chiloé: Imposición antidemocrática, saqueo extractivista y postergación histórica. En periódico el desconcierto: http://www.eldesconcierto.cl/2016/02/25/las-razones-del-no-al-puente-en-chiloe-imposicion-antidemocratica-saqueo-extractivista-y-postergacion-historica/
Schlatter, R. & J. Schlatter. (2004). Los turbales de Chile. En: Blanco, D & V. de la Balze (Ed.). Los Turbales de la Patagonia: Bases para su inventario y la conservación de su biodiversidad. Buenos Aires: Wetlands International.
Sebastián Henríquez
Investigador del Centro de Estudios Sociales de Chiloé (CESCH)
A estas alturas parece más que evidente que las condiciones medio ambientales del mar y el territorio en que vivimos no son las mismas que hace 5, 10 o 15 años. Lo sentimos, lo respiramos, hemos visto cómo han cambiado los paisajes, como las montañas y montes ya no son las mismas que añoramos cuando niñas y niños. Tampoco el agua sabe igual y a veces no encontramos donde bañarnos. Ya no es un cuento de abuelas y abuelos ni un recuerdo añejo de quienes nos criaron.
Somos nosotras y nosotros, recordando, viviendo, y sintiendo dolorosamente todo este cambio.
Llama la atención que a diferencia de otros años, lo acontecido tanto el año anterior, con la marea roja, como este, con los incendios forestales, sean sucesos de una gravedad no vista hace mucho, o derechamente nunca antes vista. Más curioso aún es que hay varios elementos coincidentes entre ambos fenómenos socio-ambientales, los que si bien hace tiempo existen en nuestras localidades (destrucción industrial, disminución de las fuentes de agua, precarización de las medidas de seguridad y protección de faenas y viviendas, entre muchas otras), hasta ahora no habían generado estas sensaciones de destrucción y caos tan urgente para nuestras familias y los territorios en que vivimos.
La crisis de la marea roja fue ejemplar. Ejemplar en el sentido de que manifestó de manera concreta un peligro al cual no nos habíamos visto enfrentados directamente: el mar (o la tierra) se acaban, mueren y dejan, los organismos vivos que los componen o moran en ellos, de existir. ¿Qué tiene que ver esto con los incendios forestales?, dirán. Mucho, puesto que lo que desencadenó estos sucesos fue la intervención humana y, con mayor protagonismo, la pequeña y gran industria. Y no hablo de una acción delictual específica (que puede que la haya habido, como el vertimiento de toneladas de mortandad de salmones), o de un arduo plan económico conspirativo (que también pueda que exista, como los cobros de seguros y la posterior ayuda financiera estatal), si no que me refiero a que existe hace años en nuestro país, y en el mundo entero, un proceso y sistema complejo, profundo y extenso de explotación mar-territorial que está desbordando los márgenes de lo aceptable y que, una vez más, amenaza con la seguridad de las comunidades y la de las y los sujetos que en ellas vivimos.
Esta intervención francamente desmedida e irresponsable, que cuenta desde sus inicios con el beneplácito y financiamiento del Estado (gracias de nuevo, Dictadura Militar), no sólo se aprovecha de las jugosas subvenciones para iniciar e innovar en sus negocios, sino que basa especialmente su producción en fundamentos terriblemente nocivos para el mar y la tierra, descuidando conscientemente tanto los procesos de prevención y reparación, así como la necesidad imperiosa de conservar las fuentes de recursos, que malamente poseen en sus manos.
En el caso de las empresas salmoneras, y ahora igual en el de las empresas forestales, esta situación está llegando a los extremos. Y pese a ello, ha sido común constatar la inexistencia de protocolos y recursos adecuados para afrontar situaciones de emergencia. Es más, tampoco asumen si quiera un poco de responsabilidad y a las primeras aprovechan de encubrirse apuntando con el dedo.
El Estado, como siempre, ha debido salir al baile a reconciliar, a hacerse cargo, para bien o para mal, de los conflictos entre quienes posicionan sus intereses y entre quienes claman por ayuda, siendo las grandes mayorías las y los últimos, víctimas por partida múltiple, de un cocinado que les precariza, les condice y les posiciona siempre en la posición menos ventajosa de todas, la del hambre, la del miedo y la de la incertidumbre por las y los nuestros.
En ese contexto, el calentamiento global parece ser a estas alturas un hecho cierto, válido para acusar como para justificar. Pero está tan manoseado que pasa a ser irrelevante el cómo nosotras y nosotros, las comunidades, lo entendemos. Y justamente lo especialmente crítico en todo esto no es que exista o no sino que por qué hemos llegado hasta este punto. Por qué escasea el agua cada vez más en los veranos o por qué se suceden las grandes tormentas en invierno, por ejemplo. Por qué la marea roja mató especies marinas cuando nunca antes lo había hecho o por qué los incendios son tan extensos e intensos y difíciles de controlar y apagar.
No es una excusa válida, por tanto, para que quienes son los mayores culpables puedan desconocer su responsabilidad sobre lo que han hecho, sobre lo que han ganado y sobre lo que han estado dispuestos a perder a costa de nuestros hombros y nuestros hogares. No es de extrañar que ante tal escenario existan quienes, por trastornos o maldad, se aprovechen de en estos momentos mostrar lo más despreciable de sus comportamientos, incluso prendiendo fuego, obstaculizando la ayuda o mandando noticias falsas y correos.
Será importante tarea entonces de quienes creemos que puede existir otro modo de vivir para nuestros pueblos, el aportar de manera crítica y consciente a lo que está sucediendo, con nuestras manos, con nuestro entendimiento.
Que no pase de nuevo que las y los responsables no paguen ni un día o ni un peso.
¡A trabajar, a solidarizar, que se sepa la culpa es del ladrón forestal!
“Dedicado a mi hijo Lorenzo y a los niños y niñas de Chiloé”
Adolfo Andrés Mariñanco Riffo
Trabajador Social del Programa de Reparación del Maltrato (PRM) Ciudad del Niño, Castro
Investigador del Centro de Estudios Sociales de Chiloé (CESCH)
El siguiente ensayo obedece a las constantes reflexiones que emanan de mi labor cotidiana como Trabajador Social en el Programa de Reparación del Maltrato (PRM) "Ciudad del Niño" de la comuna de Castro, ex Centro Millantuy. Programa ambulatorio de la red SENAME que ejecuta procesos de intervención reparatoria en niños, niñas y adolescentes que son indicados como víctimas de delitos sexuales, derivados por la Fiscalía Local de Castro y el Juzgado de Familia de la misma Comuna. En este sentido, el texto tiene como propósito profundizar en la constante relación que se da entre niños y niñas víctimas de delitos sexuales y las estructuras familiares condicionadas por la industria salmonera.
En este propósito, y a modo de contexto, podemos señalar que indudablemente el avance del modelo extractivo tiene múltiples costos en los territorios en los cuales se emplaza. Destacan los daños irreparables a nivel ambiental y, en el caso de nuestra realidad insular, la afectación de una amplia gama de prácticas socioculturales locales, destacándose la agricultura y pesca artesanal. Más silentes pero igual de profundos son los daños a nivel social. Comunidades que en un corto periodo de tiempo se ven sometidas a vertiginosos procesos de urbanización, hacinamiento y la modificación de sus dinámicas familiares, estas últimas generalmente ocasionadas por sistemas de trabajo basados en largos turnos que mantienen en movimiento a las cadenas productivas.
En cuanto a la historicidad de la megaindustria salmonera, podemos indicar brevemente que las primeras ovas fueron introducidas en ríos de la zona central y sur del país. A partir de esta experimentación se hizo la primera exportación de salmones en los setenta. Luego en 1981, bajo el concepto de fomento de la transferencia tecnológica, el Estado adquiere la empresa salmones Antártica, a través de la cual desarrolla en el archipiélago de Chiloé la primera línea de producción, a saber: la producción de smolts por parte de Salmones Huillinco; la cría en canales por parte de Salmotec y la exportación de salmón ahumado por Finamar.
El avance –como sabemos- fue explosivo. Se pasó de ser el séptimo exportador de salmones a nivel mundial en 1989 a ser el segundo en 1994, por detrás de Noruega. Para el año 2008 existían 70 empresas ligadas al rubro salmonero en la región de los lagos, modificando la estructura urbana de las ciudades y generando la necesidad de instituciones gubernamentales y servicios en la zona por el crecimiento sociodemográfico, entre otros avatares. La fuerza de trabajo del rubro salmonero, fue sumando e integrando un universo societal diverso, con diferencias etárias y técnicas, donde la variable de "género" fue determinante para el desarrollo empresarial. Respecto a este último punto, aclaratoria es la cifra entregada por “Salmon Chile” para el año 2002, donde se evidencia que de los 42.000 trabajadores del rubro salmonero, un 70% eran mujeres, que se desempeñaban en diferentes etapas de la producción.
Es necesario aclarar aquí que, por las características del proceso salmonero, el trabajo en las jaulas flotantes de cría y engorda es desempeñado principalmente por hombres. No obstante, el trabajo que requiere mayor mano de obra, es decir, el ejecutado en las plantas procesadoras, es realizado principalmente por mujeres. Son éstas, que a través de duros turnos rotativos, han demostrado ser las más eficientes y delicadas con el producto, con una gran capacidad de filetear salmón en los momentos en que se necesita una producción acelerada, trabajando por más de 12 horas e incluso extendiendo esta jornada entre 2 a 4 horas extra por turno. Han sido las mujeres de Chiloé, sin duda, las que han sentido y sufrido las mayores consecuencias del violento operar de la megaindustria salmonera.
En este contexto de explotación laboral al cual son sometidas las mujeres chilweñas y sus familias, proliferaron –claro está- un sinnúmero de vulneraciones. En primer término se puede constatar el desapego progresivo entre las mujeres y sus hijos. Desapego que se hace carne día a día, turno a turno y en cada hora extra. Los hijos e hijas de las operarias del salmón se han hecho adolescentes y adultos/as en soledad. Han construido vida, de manera paralela y soterrada, mientras sus madres pasan horas de pie frente a un gélido mesón de trabajo en el cual funden sus sueños junto a toneladas de salmón. Es, evidentemente, un complejo escenario de sacrificio, amor y desamor, que tiene múltiples consecuencias.
Y es que es bajo estas dinámicas de explotación donde constantemente afloran y se potencian –y así lo vemos en Chiloé- una serie de problemáticas familiares. Destacan el consumo de alcohol y drogas, la violencia intrafamiliar y abuso sexual infantil. Con esto último, no quiero afirmar que todas las problemáticas familiares son de exclusiva responsabilidad de los sistemas productivos extractivos sino que constantemente vemos como son agravadas por estas formas de mal-trato a sus trabajadoras/es. “Mal trato” que es transmitido de manera silente hasta los más pequeños/as de las familias.
En efecto, dentro de la experiencia desarrollada por el Programa de Reparación del Maltrato (PRM) Ciudad del Niño de la Ciudad de Castro, en sus ya 14 años de funcionamiento y su atención a más de 1000 niños, niñas y jóvenes, se ha presentado como variable significante que las madres de los niños y niñas que son atendidos son, en su gran mayoría, trabajadoras de empresas salmoneras. Donde además, las vulneraciones de las cuales son víctimas sus hijos/as son vulneraciones sexuales. Es decir, son niñas y niños gravemente vulnerados en escenarios de constante soledad propicios para dicha vulneración.
Un aspecto relevante a considerar dentro de la última estadística realizada por el programa (periodo 2013-2015) es el significativo número de ingresos de casos correspondientes a las comunas de Castro y Quellón, muy por sobre la media del total de comunas de la provincia, inclusive triplicando el número de ingresos desde comunas pequeñas como Chonchi, Queilen y Quemchi. Lo llamativo es que Castro y Quellón son justamente las comunas que concentran la gran mayoría de plantas salmoneras en la provincia. Por ello, las familias con las que desarrollamos estos procesos reparatorios de intervención están ligadas –principalmente- al rubro salmonero. La estadística se agrava –por lo demás- cuando constatamos que la tipología de ingreso que predomina en estas dos comunas está relacionada con vulneraciones graves en la esfera sexual, específicamente Abuso Sexual y Violación.
Cuadros I, II y III
Estadísticas del Programa de Reparación del Maltrato (PRM) Ciudad del Niño, Castro, 2013 - 2015
Por Marcos Uribe Andrade
La opinión pública nacional e internacional se ha sorprendido: el reciente movimiento telúrico grado siete punto seis en la escala de Richter, no deja a un pueblo implorando ayuda ni pidiendo subsidios. Por la mañana, cerca del mediodía del 25 de diciembre, éramos sorprendidos por un terremoto y sólo horas después todos continuábamos reunidos en familia, en torno a las actividades propias de las festividades en curso. En Chiloé no necesitamos de dramas limosneros por tan poca cosa. Pero este sismo nos deja –eso si- la evidencia de un pueblo cada vez más consciente de ciertas cuestiones que para muchos pasan inadvertidas.
Lo primero que se revela tras este evento -que pudo significar una catástrofe de dimensiones-es que lejos de las especulaciones de analistas mediáticos, que deliran con el estreno de las nuevas normas de construcción, lo que aquí ha resistido es la sabiduría ancestral en el uso arquitectónico de la madera. La arquitectura tradicional, que ha sido la menos dañada, no sólo es un patrimonio por su carácter “pintoresco” al ojo extraño, sino por su calidad funcional, capaz de enfrentar diversas exigencias del medio. Ha quedado en evidencia el valor de prácticas aún sobrevivientes, en una cultura que tristemente sucumbe frente a nuevos y agresivos procesos en el curso de su historia y devenir actual.
Pero esto no es lo único que se revela: aquí vuelve a quedar en evidencia lo que no puede ser considerado un hecho aislado ni una conclusión casuística: donde hay intervención de ingeniería y construcción licitada por el Estado, los desastres se han vuelto comunes. Sólo confiando en la memoria, recuerdo el 2011, el puente Curanipe, que se desplomó un poco antes de ser inaugurado. El puente Loncomilla, que colapsa el 2004, tras una seguidilla de situaciones de negligencia que terminan con una condena al Estado. El 2016 se desploma el puente Toltén, que estaba bajo mantención de Vialidad. Estos y otros hechos de Obras Públicas, sumados a una interminable lista de obras particulares, aprobadas por el aparato fiscal y que han conducido a graves daños al medioambiente y alas persona, hablan sin duda alguna de que las instituciones no funcionan. No funcionan -al menos- en la dirección que deben funcionar: resguardando el interés público y la seguridad de los ciudadanos.
El actual Ministro de Obras Públicas, cuyo nombre no tiene importancia, con desparpajo señala -a propósito de los daños en el segmento recientemente construido entre Chonchi y Quellón (el único con daño estructural tras el terremoto que afectó a la Isla de Chiloé)- que el MOP perseguirá las responsabilidades jurídicas de quienes tuvieron a su cargo la construcción de dicha obra (la misma empresa española que pusiera al Estado de Chile en primera línea del ridículo con el puente Cau-Cau). A ese respecto indica, con sorprendente normalidad, que esta empresa ya ha sido sancionada con la imposibilidad de participar durante dos años en licitaciones del MOP.
Los chilotes queremos decirle a este señorito que los lugareños nos cansamos de advertir que la obra en construcción (en el momento de su construcción, obviamente) pronto caería por su propio peso. Queremos decirle a este caballero de pantalones tan planchaditos, a sus comisionados y a quién le comisionara, que los que habitamos al sur de la isla (aquí donde se quemaron las papas) y transitamos sin elección posible la carretera, nos sentimos agradecidos de la tierra, que se ha encargado de denunciar lo que en dichos aseguramos y que podemos endosarle la responsabilidad culposa a su ilustre institución y todos sus institucionados, porque el sólo efecto de la lluvia arrasará los materiales sobre los que reposa el manto de cemento mal hecho, que a los quince días de terminada las obras de la empresa, ya exhibía vastas fracturas de material. Esa carpeta colapsará al perder la base de sustentación y por el tránsito de camiones de alto tonelaje que debe soportar. No hablemos de señalizaciones negligentes que ya han provocado varias muertes, de las cuales a nadie se responsabiliza.
Me extiendo en este punto, porque el sismo le ha puesto como centro de atención: los lugareños nos preguntamos si esta carpeta no contemplaba hormigón armado, porque el amasijo de arena y cemento claramente no da garantías de seguridad a una obra de alto tránsito de tonelaje, en donde las aguas subterráneas deben estar entre las más abundantes del mundo, en los meses de invierno.Nos preguntamos por qué no se hicieron suficientes vías de evacuación de aguas lluvias y por qué se suprimieron alcantarillas necesarias.
Somos un pueblo que a pesar del Estado, se ha armado a sí mismo, y así como sabemos construir una casa que resiste duros movimientos sísmicos, sabemos cuándo la ingeniería de pacotilla, enriquecida por licitaciones de dudosa garantía moral, no cumple con los estándares necesarios para las exigencias mecánicas a que será sometida una obra y a las condiciones del medioambiente.
Los chilotes agradecemos la muestra de solidaridad de pueblos hermanos como Ecuador y Bolivia, pero le decimos que no se desgasten enviando ayuda a manos de un Estado que con toda seguridad la empleará para otros fines, pues sus propios recursos los dilapida en procesos llenos de canales de fuga de recursos, porque no piensa en la gente; porque el robo al Estado a la vista del mismo Estado, se ha vuelto una institución; porque el Estado no hace lo que tiene que hacer y se ha transformado en un aparato de administración política del asalto a su propia gente, para enriquecer bolsillos privados, de los cuales resultan ser parte ellos mismos, cuando sus tiempos de “servidores públicos” se acaban.
Es cierto que en Chiloé estamos muy mal. Pero no estamos mal por un terremoto, que los medios oficiales quisieron transformar en una nueva fachada de mendicidad que no es nuestra. Sí estamos mal. Estamos muy mal, porque un brutal tsunami nos ha arrasado el territorio desde 1980, cuando se inicia la nueva ocupación de la isla, es que vamos de mal en peor. Este es un tsunami que no se pueden imaginar, pues ha devastado nuestra cultura material e inmaterial. Hordas de inversionistas salvajes, han llegado a deshojar nuestro patrimonio con el discurso engañoso del progreso, para apropiarse de la tierra y el mar.
Este despojo violento ha venido acompañado del beneplácito de un aparato político estatal que nos ha arrinconado, nos ha enajenado y nos ha convertido en otro engranaje funcional a un neoliberalismo primitivo, asaltando nuestras vidas y destruyendo todo a su paso. Ha dejado pobreza, basura, pauperización bilógica y una infinidad de males que no son nuestros; que no son la proyección de nuestra propia historia, sino de una historia extraña, impuesta con la fuerza de la extorsión vital:destruyeron los campos por abandono forzado, desarticularon las familias, transformaron nuestra cultura en un escaparate de suvenires, en medio del reduccionismo cultural y del despojo con sonrisa hipócrita y desprecio profundo.
Queremos decirles a los señores y señoritos, señoras y señoronas, mocitos y mocitas, que raudos y raudas se apersonaron en comitivas televisivamente diligentes y que no son más que parte de este ejército depredador, que no nos oponemos al desarrollo. Por el contrario, nos entusiasma. Pero que quede claro que sabemos que lo que esperamos como desarrollo nos diferencia gravemente con las prácticas de quienes controlan hoy la política y la economía, arrebatando el sentido de ella como una herramienta para que nuestros hijos caminen por la senda donde calzan los pasos con nuestra historia.
No quisiera tocar el proyecto del puente sobre el Canal de Chacao pero la circunstancia impone hacerlo: ¿qué oscuros intereses esconde este empeño del Estado de Chile por seguir agrediendo nuestra soberanía? ¿Qué impide que se argumente debidamente la insistencia sobre este proyecto lleno de irregularidades dilatorias? Jamás se ha argumentado, sólo se ha impuesto con prepotencia. ¿Dónde están las proyecciones hipotéticas de desarrollo? Jamás los chilotes hemos sido informados de ello, pero no porque se nos oculte, sino porque en realidad no existen. Que quede claro: no es nuestro deseo que se ejecute, pero evidentemente en esta historia existe un interés que no se conecta con las salmoneras ni con la intencionalidad minera. Estos son sectores que no se incomodan con el proyecto, pero no es de su directo interés. Todos requerimos el mejoramiento de las condiciones internas de conectividad y nosotros, especialmente otras mejoras estratégicas, como salud, educación y apoyo a la restauración y desarrollo del tejido productivo tradicional, desde donde se enraíza nuestra historia. Pero no ha bastado con ocuparnos territorial, económica, social y culturalmente: además se nos estaría empleando como justificación de un pseudo-negocio vial, para el mega-desvío de recursos, otra vez por vía de licitaciones millonarias, para un proceso sin límites en que se estaría desangrando,desde hace tiempo, las arcas fiscales.
El terremoto nos muestra muchas cosas, pero no muestra a un pueblo pidiendo ayuda para recuperarse de este movimiento telúrico de poco más de siete y medio grados. Nos muestra un Chiloé lleno de carencias, víctima del abuso. Nos muestra un pueblo digno pero maltratado por el abandono, el pillaje y el despojo, sufriendo la prepotencia sistemática del poder político, que entrega el soporte normativo (o protege, ante la ausencia normativa) siempre al rapiñaje y a la defraudación al Estado por el Estado mismo.
Adolfo Mariñanco Riffo
Trabajador Social
Investigador del Centro de Estudios Sociales de Chiloé (CESCH)
Para los que tenemos nuestros ojos atentos a lo que sucede en la mal llamada zona roja o zona del conflicto mapuche, no fue para nada grato enterarnos de la detención de Emilio en julio del presente año. Mucho menos de la forma en que se llevó a efecto dicha detención, donde efectivos de la PDI irrumpen en su hogar mientras dormía junto a su familia, sin considerar la presencia de sus dos pequeños hijos de 6 y 3 años. Innecesario accionar policial; sucio, como los negociados entre políticos y empresas; como las colusiones de los diversos holdings mercantiles; sucio como el cartel del confort, donde uno de sus protagonistas, Eleodoro Matte, es también uno de los principales exterminadores del Wallmapu con su empresa celulosa CMPC. Matte, el responsable de elaborar casi la totalidad del papel que está en nuestras casas, sí, es terrible de solo pensarlo. Cada servilleta o diario que lees ayuda a llenar el bolsillo de Matte y a empobrecer a las comunidades Mapuche colindantes a sus interminables monocultivos de falso bosque; colindantes como la comunidad de Puerto Choque, en el sector del lago Lleu Lleu, donde vive nuestro wenuy Emilio Berkhoff Jerez.
Emilio ha resistido la persecución política y judicial desde el día en que decidió vivir entre los que exigían lo justo, entre las y los que luchan por “la restitución total del territorio mapuche”, el cual fue usurpado bajo el proceso reduccionista y de exterminio que encabezo, en primera instancia, el Estado Chileno y en el presente las empresas forestales transnacionales y nacionales.
Ahora bien, el nombre de este artículo refiere a los poderes que armaron el montaje y encarcelaron injustamente a Emilio. En primer lugar el “poder ejecutivo”, representado por la presidenta Michelle Bachelet, que con cada detención como éstas reafirma -a veces por medio de su vocero de gobierno, otras por medio de su ministro del interior-la ejecución calculada de un sistema de seguridad pública basado en una estrategia comunicacional, donde las detenciones como las de Berkhoff se muestran como “ejemplificadoras” frente al “enemigo interno” Mapuche.
El segundo, el "poder judicial", quienes a través del Ministerio Publico durante y fiscales anti-mapuche han perseguido y criminalizado su justa lucha estos últimos 30 años. Poder judicial que ha instaurado las típicas hipótesis de financiamiento extranjero, o preparación paramilitar de comuneros en la selva colombiana por la FARC.
En este contexto, si profundizamos en la detención de Emilio y en el marco en que se desarrolla, nos vamos encontrando –por ejemplo- con los dichos del Fiscal Nacional Jorge Abbott Charme, quien en su discurso de cuenta pública del presente año, alude lo siguiente frente al proyecto de ley “Agenda corta Anti delincuencia”:
“la incorporación de técnicas especiales de investigación en delitos contra la propiedad de gravedad y en delitos de control de armas, entre otros, siempre con autorización judicial, lo que facilitaría ostensiblemente la labor de los fiscales y el arribo a condenas”
Validando, claro está, la militarización y represión policial para la protección de los bienes de las empresas forestales que se encuentran apostadas en territorio mapuche. Dentro del mismo discurso, también da claras luces de la validación a nivel investigativo del uso de testigos protegidos y secretos dentro de las causas penales donde se a llevado a juicio a comuneros y dirigentes mapuches, refiriendo lo siguiente:
“incorporación de mecanismos que faciliten la declaración de los testigos y le entreguen mejores condiciones de seguridad personal.”
Por último dentro de este discurso, también hace referencia al fenómeno delictual “violencia rural”, término en el que pretende encasillar la criminalización del accionar de órganos de resistencia que en el marco reivindicativo de derechos territoriales, lleva a efecto acciones de sabotaje directo de empresas forestales en el territorio; señalando que frente a las múltiples triquiñuelas para llevar a efecto las detenciones de comuneros y simpatizantes de la causa mapuche como es el caso de Emilio:
”Necesitamos la generación de modificaciones legales que permitan salvar ciertos obstáculos jurídicos a las investigaciones, particularmente en relación a la ley de control de armas y la ley antiterrorista. Sobre esta última destacamos la necesidad de regular normas especiales de protección a víctimas y testigos. Asimismo, cualquier modificación en estas materias debiese incorporar un catálogo de técnicas especiales de investigación y que en la actualidad no existen. Las técnicas que se proponen sean incorporadas a la legislación antiterrorista no son ajenas a nuestro ordenamiento jurídico, encontrándose plenamente vigentes en otros cuerpos normativos como la legislación en materia de combate al tráfico de drogas o del lavado de activos”
En efecto, con todo lo anteriormente expuesto por el mismo fiscal nacional, nos podemos dar cuenta que la detención de Emilio no responde a la judialización de un crimen ordinario donde hubieran pruebas palpables y a la vista, ya que la pruebas balísticas y pericias investigativas fueron claras y tajantes al referirse que no se comprobó manipulación alguna de armamento por parte de Berkhoff, sino que fue un juicio viciado que busco el apresamiento de éste a como de lugar, ya que no se le detuvo por porte ilegal de armas, sino que por porte ilegal de ideas, por solidarizar y creer en que la recuperación y reivindicación de las comunidades mapuche de la zona de Arauco, específicamente de puerto choque y el lago Lleulleu son justas; lo anteriormente mencionado hace alusión a que el juicio de Berkhoff, fue un juicio político, se sustenta en las propias resoluciones jurídicas manifestadas por los propios jueces, quienes señalan lo siguiente en lectura de sentencia:
“se incorporaron una serie de elementos al juicio que si bien es cierto no permitieron establecer participación directa e inmediata del acusado en los hechos por los que será absuelto, sí permitieron conocer sus inclinaciones políticas y sociales”
Dichos que le dieron pie, a que pudieron basarse en sustentos de presunción sobre la participación de Berkhoff de los hechos que se le acusan, afirmando que por su configuración política e ideológica podría llevar a efecto dicho accionar, como se señala a continuación:
“Que por ello, funcionarios de la SIPOLCAR los llevaron a conocer los sectores complejos y las medidas de protección que ahí existen y fue precisamente en ese lugar donde fue detenido el acusado, portando un revólver y munición tanto compatible con el arma como otra que no lo era. Sin embargo, el análisis recién efectuado sólo permite contextualizar la realidad de este sector de la comuna al momento de la detención del acusado, toda vez que no por tratarse de una zona conflictiva implica necesariamente que todo el que porte un arma convencional en el sector tiene por objetivo alterar el orden público o atentar contra las Fuerzas Armadas o de Orden y Seguridad.”
En cuanto al delito de porte ilegal de armas del cual se acusó, es relevante señalar que según la estadística manejada por el propio ministerio público y consultando la ley de trasparencia, en el periodo desde el 2006 al año 2016, hay un ingreso de 1.674 causas en la región del Biobío. No obstante, solo 13 de ésas han obtenido penas efectivas de prisión, y solo 1 el año 2015, que corresponde a la sentencia otorgada de Emilio. Por consiguiente, somos muchas y muchos los que reafirmamos que el juicio de Emilio fue un procedimiento viciado, lleno de irregularidades y con faltas graves al debido proceso. El escenario es claro cuando constatamos que solo hay un condenado en la región del Biobío el año 2015 por un delito que según la praxis jurídica es común y que la gran mayoría de las personas que son procesadas bajo éste son dejadas en libertad o cumplen alguna pena remitida, inclusive si poseen antecedentes.
¡¡ No más presos políticos Mapuche !!
¡¡ Libertad para Emilio Berkhoff !!
Bibliografía
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Discurso de Cuenta Publica Ministerio Publico año 2016, del Fiscal Nacional Jorge Abbott Charme
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Boletín Estadístico Anual del Ministerio Publico, año 2015
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Estadística otorgada por Fiscalía Nacional, a través de solicitud de ley de Transparencia en julio del 2016
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Copia de Sentencia pronunciada por la 1era Sala del Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Cañete.
Por Maristella Svampa
“Cuestiones de Sociología” convocó a cuatro destacados intelectuales y académicos latinoamericanos para que respondieran preguntas acerca de los alcances de la dependencia intelectual y los dilemas que atraviesa la teoría social latinoamericana. Ellos son Silvia Rivera Cusicanqui, de Bolivia; Jose Mauricio Domingues, de Brasil; Arturo Escobar, de Colombia y Enrique Leff de México. Publicamos acá las de Silvia.
Maristella: Muchos autores han insistido en que uno de los rasgos fundamentales de la teoría social latinoamericana es la dependencia intelectual o epistémica, respecto de los conceptos y marcos teóricos elaborados en los países centrales. Algunos han dado estatus teórico a dicha dependencia a través del concepto “colonialidad del saber” (Quijano, Lander). ¿Cuál es su mirada sobre esta problemática? ¿Qué significa entonces pensar las ciencias sociales desde América Latina en el siglo XXI, en el marco de la modernidad avanzada y en el actual sistema de dominación? ¿Existe una perspectiva latinoamericana para pensar las problemáticas actuales desde el marco de la teoría social?
Silvia: Esa formulación no es nada nueva, y si por “status teórico” te refieres a la instalación de esta idea en los centros académicos hegemónicos, te podría decir que se trata de una academia muy desmemoriada. En varios territorios de América Latina, y también en los Andes bolivianos, la crítica a la colonización mental de las élites tiene una larga trayectoria. En el caso nuestro, con Rossana Barragán intentamos una síntesis de dicha genealogía en el libro que publicamos en La Paz sobre los estudios de la subalternidad en la India. En la presentación del texto entretejimos nuestra lectura del grupo Subaltern Studies con una reflexión sobre los aportes de la historiografía social argentina, la etnohistoria y la antropología peruanas, y el vital aporte mexicano y africano (1997) en la producción social e historiográfica boliviana de los ‘80 y ‘90.
Recientemente, he remontado esta genealogía propia hasta inicios del período colonial en la obra del escritor chinchaysuyu Waman Puma (Rivera, 2015). Creo que su obra, a través del montaje texto-imagen, es un ensayo visual teórico. En otras palabras, Waman Puma compone una sintaxis para exponer su teoría de la dominación colonial, a la vez como descripción etnográficamente densa y como irrefutable crítica teórica a la ilegitimidad de ese sistema y sus falacias.
Me gustaría exponer brevemente un ejemplo que pertenece al horizonte liberal del colonialismo (1870- 1920). Un libro de Franz Tamayo (1879-1956) aborda autocríticamente el mestizaje boliviano como síndrome psicológico de encrucijada, que él llama bovarysmo, aludiendo a la novela de Flaubert, Madame Bovary. Esta noción me servirá como metáfora para comprender el bloqueo que nos impide ser memoriosos con nuestra propia herencia intelectual1, pues resulta paradójico y lamentable que tengamos que legitimar nuestras propias ideas recurriendo a autores que han puesto de moda los asuntos del colonialismo, desconociendo o ninguneando los trabajos teóricos anteriores, que si bien no usaron las mismas palabras, interpretaron e interpelaron la experiencia del colonialismo intelectual con profundidad y acierto. En La Creación de la Pedagogía Nacional, el autor llamaba bovarystas a los intelectuales de escritorio que traían programas educativos franceses para instalar para instalar en el país una pedagogía elitista e imitativa, moderna sólo en apariencia. Desde su sitial de poeta prestigioso (aunque oscuro y mal comprendido), su rigor argumentativo y su gesto polémico provocaron una interpelación radical a las prácticas y los estilos de ser de esa intelligentsia criolla que lo rodeaba, admiraba, despreciaba.
A contrapelo de lo que sucede hoy, cuando todo se escribe-habla y los círculos hegemónicos de habladores letrados crean satrapías políticas (el parlamento, la judicatura) o espectáculos mediáticos para engatusarnos, en la época de Franz Tamayo lo central era una cultura oral-gestual que se traducía en códigos corporales tácitos pero inteligibles a escala social: códigos de comunicación que también estructuraban jerarquías y desprecios solapados. Tamayo no discute lo que sus contemporáneos escribían: lo consideraba un vulgar aglomerado de citas de autores europeos, ni siquiera bien hiladas. Pero no era que él rechazaba la herencia de Europa – su poesía de formato griego lo atestigua – sino que reclamaba un gesto más autónomo e inteligente hacia ella, tal como lo haría Veena Das un siglo más tarde. Tamayo se inspiró también en Nietzsche y en el vitalismo alemán de su tiempo, además de una vasta biblioteca filosófica y literaria francesa, lo que no empaña para nada su acercamiento a las realidades multiétnicas (como diríamos hoy) de su entorno. Era su gesto corporal y su mirada, además de su reflexivo conocimiento del aymara, lo que lo hacía diferente a sus contemporáneos.
Lo que rechaza Tamayo no son las ideas y principios básicos de la episteme europea sino el modo en que se los adopta en países como el nuestro: de boca para afuera, de modo sumiso y reverencial. Su análisis, por el contrario, se sustenta en escudriñar el alma del mestizo realmente existente en su espacio / tiempo, como un ser esquizofrénico, dividido y bipolar, incapaz de crear una nación propia o habitar un territorio propio. Este diagnóstico es vital en Tamayo y sienta las bases para hacer del double bind mestizo una potencia creativa, en lugar de profundizar el binarismo y con ello la disyunción colonial que nos impide ser nosotros mismos.
La genealogía que intento trazar del colonialismo en la cultura letrada boliviana está, por ello mismo, conectada con las urgencias del presente. Qué pertinente resulta Tamayo, leído desde el aquí-ahora. Define el bovarysmo como un estado de “insatisfacción novelesca” que se mueve en “un contexto de represión y convencionalismo social”. ¿No es eso lo que está sucediendo con los escándalos protagonizados recientemente por Evo Morales, que la prensa internacional se encarga de condimentar a su manera? ¿No se descarga la sociedad boliviana de sus propias culpas y dolores familiares, privados, e incluso inconscientes, al hacer de la vida de Evo Morales un motivo de diatriba moral y sexual? Lo hace, pero no se da cuenta de que el primero en ser juzgado y apuntado con el dedo debería ser el indio que llevamos adentro.
Fausto Reinaga, en los años 1960-1990, se explayó en la crítica a la “intelligentsia del cholaje boliviano”, una aguda radiografía del colonialismo intelectual en Bolivia, y ello le valió ser estigmatizado como un personaje intratable y ultrarradical. No es un dato menor que fuera Reinaga – y no Sartre o Balandier – quien introdujo en el debate político boliviano de los ‘70 la obra de Frantz Fanon y otros autores de la descolonización africana. Con honrosas excepciones2, los ahora de moda “decoloniales” o “postcoloniales” no atinan a escudriñar con tanta profundidad el ethos del intelectual colonizado como lo hizo Reinaga, y eso se revela en las rutas propias que hemos venido recorriendo a la hora de comprender los procesos de liberación india y las luchas descolonizadoras en nuestro continente.
Maristella: ¿Qué significa entonces pensar las ciencias sociales desde América Latina en el siglo XXI, en el marco de la modernidad avanzada y en el actual sistema de dominación?
Silvia: Yo creo que hay que hacer otra ciencia social, que no divorcie el cerebro del cuerpo, la ética de la política, el hacer del pensar. La ciencia social realmente existente no difiere mucho de la que criticaba Tamayo. Y las obras de Reinaga abundan en conceptos / metáfora en cuyo bricolaje yo entreveo otro tipo de teoría sobre el colonialismo intelectual en América Latina, y sobre el colonialismo en general. Por otra parte, la modernidad que experimentó Tamayo no difiere mucho de la de hoy: sigue siendo una estructura de saqueo y colonización mental. Con un agravante: en las primeras décadas del siglo XX había en La Paz mucha más gente urbana, mestiza y de élite, que hablaba perfectamente el aymara3, mientras que hoy la dimensión simbólica de lo indio se ha vuelto pigmentocrática y basada en simulacros, lo que nos muestra que estamos perdiendo la batalla lingüística. En cuanto a la colonización mental, la ciencia social – junto a varias otras – debería enfocarse en crear las herramientas conceptuales, técnicas y materiales que permitan resistir el saqueo, tanto de recursos materiales como de personas (manos, cerebros) o, por lo menos, ayudarnos a sobrevivir a él.
Además del saqueo, esta modernidad impostada se sustenta en la cultura de la ley. La ciencia social3hegemónica tiene que vérselas con una brecha muy honda entre la normativa y su práctica, entre la letra y la violación de la letra. Situarse a rajatabla en uno de los polos de ese binario es una actitud de suicidio colectivo, que se transfiere al conjunto del pensar público. Frente a ese estado de confusión, lo que la ciencia social debería estar haciendo es revolucionar la episteme. Crear un campo de juego entre la herencia europea y la herencia propia, en el que podamos, con autonomía, recrear un pensamiento y un gesto capaz de superar el double bind o la esquizofrenia colonial de la que hablaba Tamayo. Y hay que hacer esto por cualquier medio, no sólo en la ciencia social sino también en las matemáticas, en la agronomía, en la ingeniería y en la multiplicidad de disciplinas que son necesarias para el aquí-ahora de la humanidad y del planeta, no sólo de la ciencia.
Por sobre todo, la nueva ciencia social debería abandonar la camisa de fuerza de la sociedad, dejar de limitarse a cosas humanas, a relaciones y a conflictos sociales, y convertirse en una más de las ciencias de la vida. Por eso yo me siento muy insatisfecha con las ciencias sociales realmente existentes, las considero satrapías. Aclaro que me puedo dar el lujo de decirlo porque ya me libré de la universidad, me jubilé y con varixs compañerxs y amigxs hemos creado un espacio en el que auspiciamos una “cátedra libre” en verano y en invierno, entre muchas otras actividades4. La generación más joven de intelectuales y académicxs que trabaja en la universidad tiene que vérselas con cosas más jodidas, como las revistas indexadas –que tuve la suerte de no conocer– o el exceso de carga administrativa que se impuso en las universidades con el neoliberalismo. Pero entrar y salir de la academia no equivale a decir entrar y salir de la modernidad. Lo que entiendo como el principal desafío es ser auténticamente modernos y conectarnos a la vez con lo más antiguo, para que, a partir de esa contradicción o anacronismo, podamos armar – dentro y fuera de la universidad– una esfera pública inclusiva, democrática e intercultural (por decirlo en términos convencionales). Para mí es central reconocer que la teoría no basta, la ciencia social no basta, la universidad y la academia no bastan para comprender el mundo que nos ha tocado vivir hoy. Y creo que, en todo Abya Yala, este proceso de “entrar y salir de la academia” está permitiendo la renovación del pensamiento y su mejor articulación con las prácticas comunitarias, populares, colectivas. En la frontera entre el mundo universitario y su afuera están proliferando iniciativas como la que acabo de relatar, y lo he visto en varios países de nuestro continente.
Maristella: ¿Existe una perspectiva latinoamericana para pensar las problemáticas actuales desde el marco de la teoría social?
Silvia: No. Al menos no dentro de ese marco, tal como parece estar definido en tu primera pregunta. Una teoría / praxis social descolonizadora es un proceso en curso, pero su verbalización está por construirse; es aún balbuceante y dispersa. No está claro siquiera el formato que adoptará ese discurso, en un contexto de proliferación y democratización de las comunicaciones satelitales. Creo que lo que se hace en las redes, o en el teatro, o en el arte latinoamericano, es mucho más sensible que la academia universitaria o para-estatal, en términos conceptuales, frente a las realidades multifacéticas y abigarradas del espacio social que vivimos.
También han surgido nuevos espacios de producción de teoría / praxis social: espacios marginales y fronterizos, pero a la vez proliferantes. Iniciativas callejeras, luchas contra la impunidad, plataformas en torno a los derechos sexuales y una diversidad de iniciativas prácticas en defensa del medio ambiente constituyen escenarios ideales para la “investigación acción” o la “investigación militante”, además de resultar útiles para las propias comunidades y organismos de base. También me refiero a intelectuales –como Silvia Federici, Rita Segato, Márgara Millán, Verónica Gago, Suely Rolnik y tú misma– que dialogan a varios niveles de abstracción con lxs intelectuales de base en sus respectivos espacios o países. Todas estas redes son lo más cercano a una “ecología de saberes” que he podido observar. Pero con un aditamento: son también “ecología de sabores”, y me refiero a las redes de soberanía alimentaria, plataformas ambientales, etc., que están pensando los problemas no sólo a través de la investigación y la publicación de sus trabajos sino también de profusa participación en ferias, espacios de comida consciente, cooperativas de alimentos y muchas otras actividades.
No tengo suficiente acceso a todo lo que ocurre en las universidades y centros de investigación de varios países del continente como para sopesar los avances teóricos que estos nuevos fenómenos han suscitado, pero puedo decirte que en los últimos años he leído con mayor interés que antes los debates latinoamericanos en ciencias sociales y humanas, y celebro el que muchos de ellos se vayan por la tangente o abiertamente descarten el antropocentrismo –y su vástago, el eurocentrismo– dominantes.
[fuente: Cuestiones de Sociología, nº 14, e009, 2016. ISSN 2346-8904]
Lo cierto es que la concepción de desarrollo impuesta "privilegia el crecimiento económico, la explotación de recursos naturales, la lógica del mercado y la búsqueda de satisfacción material e individual por sobre cualquier otra meta".
Frente a ese concepto, Escobar a través de sus investigaciones en el ámbito de la ecología política y la antropología busca plantear alternativas que posibiliten superar esa concepción de explotación y dominación capitalista y aporten a las transformaciones globales a partir del lugar, el medio ambiente y la articulación y fortalecimiento de los movimientos sociales.
Un profundo e interesante trabajo científico-social está contenido en varios textos y ensayos como su tesis de doctorado, La invención del Tercer Mundo, construcción y deconstrucción del desarrollo (1996); o sus libros, Más allá del Tercer Mundo: globalización y diferencia (2005); Una minga para el postdesarrollo (2010); y El final salvaje. Naturaleza, cultura y política en la antropología contemporánea (1999).
Sobre estos tópicos y la situación social de Colombia, el Observatorio Sociopolítico Latinoamericano, entrevistó a este intelectual dedicado al estudio de temas como la globalización, la colonialidad, la modernidad, la antropología del desarrollo, la cultura, la ecología política y los movimientos sociales.
Escobar, oriundo de Manizales, Colombia, se formó como ingeniero químico en la Universidad del Valle en donde completó sus estudios con un postgrado en Bioquímica. Tras participar en algunos proyectos de índole social en Colombia terminó realizando su doctorado en Ciencias Sociales en la Universidad de California. Actualmente es profesor de antropología y director del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, e investigador asociado del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH). Dada su brillante carrera académica es uno de los referentes actuales de las ciencias sociales de América Latina.
Recientemente estuvo en Bogotá invitado por la Contraloría General de la República de Colombia participando como expositor en el Seminario Internacional "Política rural: riesgos, retos y perspectivas".
IR MÁS ALLÁ DEL "DESARROLLO"
- En su libro Una minga para el postdesarrollo afirma que el "desarrollo" entre comillas simplemente ha sido un dispositivo de poder para el saqueo de los países del denominado tercer mundo, concretamente, América Latina. Si ha sido un fracaso el "desarrollo" como usted bien lo expone en sus trabajos bibliográficos, ¿por qué hablar del postdesarrollo, no sería mejor aludir a otro tipo de desarrollo?
- (...) Creo que usted tiene toda la razón en el sentido de que hablar de postdesarrollo es como una etapa provisional de que introduzcamos en el imaginario nacional y popular la idea de que no hay que quedarse estancado en este cuento del desarrollo, especialmente en el sentido convencional de la palabra, de que tenemos que ir más allá, pero hasta ahí podemos estar de acuerdo, ya de ahí para adelante comienzan los desacuerdos. ¿Qué quiere decir ir más allá del desarrollo? Ahí hay todo tipo de perspectivas, y todo tipo de propuestas. A mí en estos momentos me gusta mucho una propuesta que se discute mucho en Bolivia y en Ecuador, pero que también se discute en Perú, en Argentina, en Uruguay, empieza a discutirse en Colombia, que es el concepto del Buen Vivir. Con esto respondo a su pregunta, no hablemos de desarrollo, ni de postdesarrollo, hablemos del Buen Vivir, del Sumak kawsay en quichua o Sumak qamaña en aimara. Desde esa perspectiva ya hay una alternativa para el desarrollo, tangible, concreta, que son esas propuestas del Buen Vivir que en Colombia algunos movimientos y asociaciones técnico- territoriales indígenas y afrodescendientes están empezando a reivindicar y algunas comunidades campesinas también.
- Usted también habla en otro de sus libros, La invención del desarrollo, en un texto muy interesante sobre la "transición al pluriverso". ¿Qué quiere significar con ello?
- Básicamente la idea es muy sencilla, eso suena como una palabra nueva, difícil de entender y está dividida en dos partes. La primera parte es que el modelo dominante se basa en que todos vivimos en un mundo globalizado y que es un mundo en donde hay una forma verdadera de entender las cosas que, de nuevo, es la forma que tiene que ver con el mercado y con la racionalidad de las cosas, y con el individuo y con la rentabilidad, y con la ganancia, con la eficiencia, etc. Y que todos tenemos que acomodarnos a ese mundo. Pues no. Si pensamos desde los territorios indígenas, desde los territorios de afrodescendientes, desde los territorios campesinos, nos damos cuenta que el mundo no es así solamente, ese es un mundo, el mundo dominante, pero hay muchos otros mundos, hay otras muchas formas de ver la vida, hay muchas otras cosmovisiones, cosmologías, cosmogonías, como quiera que se las llame. La mejor expresión del concepto de pluriverso la tienen los compañeros zapatistas, ellos hablan de un mundo en el que quepan muchos mundos, esa es la definición de pluriverso, no queremos un solo mundo, el que nos trata de vender la globalización neoliberal, el Estado, las transnacionales, el discurso empresarial, queremos un mundo en el que quepan muchos mundos, un mundo realmente pluralista.
- Hace un par de semanas me llamó la atención que usted suscribió una carta con otros intelectuales de América Latina, en la que rechazan el anuncio del presidente Rafael Correa de explotar el parque Yasuni-ITT en la amazonía ecuatoriana. En su artículo periodístico "Pachamámicos versus modérnicos" señala precisamente que no se pueden cerrar las llaves del extractivismo y que no podemos tampoco llegar a los extremos de Eduardo Gudynas y Alberto Acosta, que terminaron haciéndole el juego a la derecha latinoamericana. En su calidad de ingeniero químico sabe usted muy bien que hoy existen tecnologías que pueden alivianar el impacto ecológico de las explotaciones minero-energéticas, que necesariamente va a haber. En Ecuador se está proyectando reconfigurar la matriz productiva a partir de la explotación de los recursos naturales, si no es así, entonces, ¿no se pueden usar esos recursos y que la población se muera de hambre?
- Yo creo que ni lo uno ni lo otro. Yo pienso que Gudynas y Acosta no están diciendo que no se puede tocar la naturaleza, ellos lo que están diciendo es que hay que subordinar el uso de los recursos de la naturaleza al Buen Vivir. Hay que subordinar la economía al Buen Vivir y no el Buen Vivir a la economía que es lo que está haciendo el progresismo de izquierda en América Latina. Ahora, mi posición personal es que tenemos que apoyar los regímenes de izquierda en América Latina. Tenemos que apoyar a Correa, tenemos que apoyar a Maduro en Venezuela, tenemos que apoyar a Evo Morales, a Mujica, a Cristina Fernández, etc. Pero tenemos que hacerlo desde una posición crítica, es decir mucho mejor lo que están haciendo los gobiernos de izquierda progresista que lo que están haciendo los gobiernos de derecha puramente liberales y extractivistas como en Colombia y México. Pero eso no quiere decir que no sean extractivistas, continúan siendo extractivistas. La transición, la transformación de la matriz productiva de que habla Correa, de que habla el vicepresidente Álvaro García Linera en Bolivia, por ejemplo, es una perspectiva muy interesante e importante que, como bien sabemos, tiene cierta tendencia a la economía política marxista. pero hay muchas otras tendencias. La economía política marxista me parece que es importante, muy respetable y hay que defenderla hasta cierto punto, pero también hay que hacerle la crítica desde la perspectiva ambiental, y desde la perspectiva de los derechos de los grupos étnicos y sobre todo desde la perspectiva étnica territorial. Y por eso sabemos que muchos grupos indígenas en Bolivia y en Perú han pasado a la oposición, muchos ambientalistas obviamente han pasado a la oposición en Ecuador y me parece que es una posición que también tenemos que escuchar y respetar.
- Usted también se refiere en sus trabajos e investigaciones a la modernidad-colonialidad. ¿Se puede hablar en América Latina de modernidad cuando aún no logramos la emancipación y seguimos siendo colonizados ideológica y económicamente?
- Me parece que sí y no. Es decir, no podemos hablar de modernidad como algo que ha tenido éxito, como algo que ya está acabado, como algo que se ha completado. Hay gente que dice que la modernidad es un proyecto incompleto, sí, está bien, pero yo creo que en América Latina, como lo dice por ejemplo Habermas, tenemos que llevar a éxito las promesas de la modernidad. A mí me parece que en América Latina la modernidad siempre ha tenido un lado perverso; la implementación de la modernidad ha sido perversa; no solamente incompleta sino perversa. Eso es lo que queremos decir con colonialidad, desde esa perspectiva ha habido intentos de implementar la modernidad pero han sido intentos parciales, fallidos, lo que se ha logrado es realmente crear sociedades incompletas, sociedades desiguales, sociedades que no responden a los imaginarios y los deseos y realidades de los mismos territorios y pueblos que existen en América Latina.
- Finalmente, en uno de sus últimos artículos periodísticos titulado "La Colombia del futuro", usted comienza diciendo que este país de hoy es el "de la devastación, décadas de desarrollo solo han exacerbado la desigualdad social, la concentración de tierras, las injusticias". Coligiendo, Colombia está inmersa en un proceso de capitalismo salvaje y se ha convertido en el epicentro de los grandes imperios financieros para su explotación. ¿Ud. lo ve así?
- Sí, definitivamente, yo creo que como ha quedado muy claro en este foro, el modelo agrario en Colombia es un modelo fallido, los mismos entes del Estado lo están diciendo. Es decir, llevamos sesenta años de un modelo de desarrollo agrario en base de promover la gran empresa, el gran capital y cada vez es más cínico y más despojador como lo sucedido con programas gubernamentales como Agro Ingreso Seguro y los escándalos de apropiación de baldíos, entre otras cuestiones. Yo lo que veo definitivamente es un capitalismo salvaje. Por eso es digo que Colombia es un caso de prueba a nivel global de qué tanto se pueden exprimir los recursos, los pueblos y los territorios. La gente del poder se pregunta cómo nos podemos salir de este proceso de explotación y de despojo sin que se venga contra nosotros, porque tarde o temprano se va a venir contra todos por cuanto que los resultados son desastrosos.
Entrevista realizada por Fernando Arellano Ortíz
*** Para profundizar en la crítica al concepto de "desarrollo" y en otras temáticas afines, pueden descargar algunos libros del autor:
- La invención del tercer mundo: construcción y deconstrucción del desarrollo / click aquí
- Una minga para el postdesarrollo: lugar, medio ambiente y movimientos sociales en las transformaciones globales / click aquí
Territorios de diferencia: lugar, movimientos, vida, redes / click aquí-
click aquí- Sentipensar con la tierra Nuevas lecturas sobre desarrollo, territorio y diferencia /
Por Marcos Uribe Andrade
Foto: Louis-Philippe Beaupré Bleau
El artículo tiene por título original: "La dicotomía fundamental, el laberinto y sus puertas: Desde el despertar social y político de Chiloé, en su imbricación con los signos de la época".
La revuelta de mayo (2016) que sumó una reacción de apoyo masivo en toda la provincia de Chiloé y que se inscribe como una de las movilizaciones más significativas de su historia, junto con dar potentes señales de condiciones objetivas estratégicas, de valor local y nacional, engarza con variables de total trascendencia, anidadas como signos de la época.
Antes, esta sublevación nos focaliza en ciertos hechos similares de otros tiempos del acontecer local, que alumbran una comparación y revelan un carácter que se reitera en las movilizaciones de la sociedad chilena de las últimas décadas; pone de manifiesto, también, ciertas características del discurso y la acción política de lo que denominamos “izquierda orgánica tradicional”.
Sin hacer referencia a las innumerables instancias locales de movilización de masas durante la dictadura, en 1985, otro hecho particularmente memorable, movilizó a la población del archipiélago. En dicha ocasión, también por causa de una demanda interna y transversal, las organizaciones sociales pactaron una gran protesta provincial: tras la ruptura del cable de alimentación bajo el Canal de Chacao, el suministro de energía eléctrica estaba interrumpido por un mes. En Castro, unas tres mil personas enardecidas marcharon por las calles, con antorchas en las manos y con numerosos grupos de apoyo táctico, emplazados en diversos puntos urbanos, a fin de fragmentar las fuerzas antimotines de la dictadura. La sociedad isleña se levantaba ante el evidente desinterés del Estado, por dar solución al grave problema provincial. Al borde de pasar a hechos de violencia mayor, tácticamente inconducentes, un grupo de militantes, principalmente de las JJCC, del PC y otros partidos de la resistencia antifascista, toman posiciones de vanguardia y conducen a la columna enardecida, al centro de la plaza pública. Un reconocido militante comunista se dirige a ellos. Tras una arenga, tranquiliza los ánimos de la gente embravecida y los llama a replegarse, fortalecer las organizaciones y coordinar nuevas acciones de protesta, sin perder de vista la lucha más importante: lograr el regreso a un Estado democrático.
Ambos hechos se catapultan desde demandas que trascienden intereses políticos partidarios, pero ponen también de manifiesto significativas diferencias entre ellas. Sin pretender una descripción y evaluación detallada, las fuerzas sociales que protestaron durante el mes de mayo de 2016, protagonizan hechos de magnitud muy superior a aquellos del 85: su apoyo social, activo y pasivo, sólo se pudo comparar con las demandas actuales por la educación, ampliamente respaldadas, por más del noventa por ciento de la población.
La sociedad isleña se levantó en solidaridad con los sindicatos de pescadores y con los trabajadores del mar, directamente afectados por un desastre socio-ambiental al que se culpa a la industria de cultivo intensivo e irracional de salmones. En este contexto, algo especialmente relevante: diversas organizaciones sociales y la ciudadanía, sumaron sus demandas, estrechamente vinculadas a la crisis que motivó la protesta general. Estas manifestaciones, que cortaron toda comunicación por vía terrestre con el continente, fueron generando sus mecanismos de dirección y toma de decisiones. En su inexperiencia, sortearon -con notable dificultad- problemas de decisión táctica e inconvenientes logísticos generales, aún cuando la confrontación con las fuerzas represivas estatales sólo alcanzó un estado de latencia. Por su parte, el Estado generó el mayor despliegue de fuerza, desde la anexión forzada a la República y del golpe de Estado de 1973, acuartelándolas en las cercanías de los puntos de conflicto.
Esta vez, las organizaciones políticas (que el 85 actuaron con impecable capacidad de conducción, bajo condiciones de clandestinidad orgánica, frente a una dictadura que mil veces no dudó en usar armas de guerra en contra de los ciudadanos) no pudieron cumplir el rol de vanguardia para estimular, representar y conducir las decisiones necesarias, los actos de presión y las negociaciones entre el pueblo movilizado y la representación estatal. En esta oportunidad, resultó -además- muy evidente la carencia de grupos capaces de generar acciones organizadas de estrategia y táctica de combate urbano y semi-urbano, los que -dadas las tensiones reales- pudieron ser absolutamente fundamentales para lograr emplazamientos y desplazamientos eficaces y eficientes, frente a una agudización confrontacional, que pudo perfectamente ser impuesta por los grupos de choque del Estado.
No obstante ello -y sin analizar lo acertado o no de las negociaciones que desenlazan el término de las tomas y barricadas- estos referentes políticos históricos, constructores de todo el movimiento obrero y popular del siglo XX, si bien se vieron completamente sobrepasados, dirigen -igualmente- acciones cupulares que intervienen “quirúrgicamente” el devenir de los acontecimientos. Los hechos que marchaban por fuera de sus alcances representativos, confrontaban a una administración gubernamental que mantiene a los Partidos Políticos de la izquierda, comprometidos en una lealtad, notablemente cuestionada por los más amplios sectores populares, con grados de conciencia política de clase. A consecuencia de la evidente cupularización de la práctica política, debieron hacerse cargo de su falta de ascendencia moral, ante los distintos organismos sociales y ante los ciudadanos; debieron hacerlo con acciones de colaboracionismo oficialista y manipulación, orientados a conducir los hechos unilateralmente, marginando la voz y el voto del descontento ciudadano; despreciaron el valor que adquiría la sintonía general de la sociedad movilizada y persiguieron su fragmentación. Lo hicieron, sin lugar a equívoco, celando el oportunismo de una línea de acuerdos que privilegia una dinámica de negociaciones superestructurales, que no contempla la necesidad de establecer la solidez de un fundamento asentado en el poder del campo popular.
A diferencia de los hechos del 85 y a pesar de que el movimiento se encontraba en un excepcional estado de ánimo que fluía, unitariamente, hacia transversalidades fundamentales y profundas, ningún dirigente político de las estructuras tradicionales y ningún partido político tuvo la estatura para unificar criterios de acción en convergencia con los distintos sectores movilizados. Quienes han capitalizado por más de cien años la mayor experiencia histórica en el combate de masas -y muy particularmente el PC y sus juventudes- debieron actuar con un grado de clandestinidad ante su propia base social (la misma que le debiera dar sentido, según sus principios fundacionales) demostrando un grave alejamiento de los intereses -profundamente sentidos- de quienes somos los actores de fondo de los cambios, no porque lo estimemos desde la comodidad teórica, sino porque se hacen, cada vez más, materialmente necesarios y urgentes.
El problema de la dicotomía fundamental:
El relato anterior se hace ilustrativo – al igual que muchos otros hechos de movilización social de los últimos treinta años y principalmente los protagonizados por trabajadores, pobladores y estudiantes- de la grave separación cupular de la izquierda chilena. Esta se materializa en una práctica sin dirección (estratégico-congruente) con el sentido de vanguardia que garantice la contundencia para estimular los cambios necesarios.
Esto debe ser cuidadosamente atendido en la re-construcción del bloque social de cambio, en el marco de una nueva crisis que augura las condiciones objetivas de mayor transversalidad en la historia de la acumulación de fuerzas, para una transformación social profunda y general.
En este escenario (crítica a las políticas de de alianzas de la izquierda) debemos advertir que el trance táctico, en el marco de las contradicciones, no puede implicar una estatura moral que se sitúe por sobre los intereses de base de los antagonismos fundamentales. Es decir, no puede instalarse como obstáculo estratégico al avance de las variables principales de la acumulación de fuerzas. Ello, sólo podría reconocerse legítimo y real, si la síntesis histórica suprime la condición dicotómica de las contradicciones fundamentales. Lo anterior es un axioma de la relación dialéctica y un punto, tanto de apoyo como de verificación, de la corrección de decisiones políticas trascendentes en el plano de la estrategia.
La actualidad política -abundante en ejemplos de disociación, como el que citamos al comienzo- indica ciertas convicciones claramente afectadas, que marcan las profundas diferencias que impiden formar un arco de alianzas que reconstituya una base amplia de unidad social, política y orgánica de las fuerzas populares, porque la profundidad material y la conciencia de esta dicotomía, contienen un peso fundamental en la definición táctica, que implica la visualización de propósitos divergentes, a cuando dicha calidad antagónica es ignorada: la pérdida de los referentes “amigo-enemigo”, en el discurso de la izquierda orgánica tradicional, ha diluido los contornos y el sentido operacional-dialéctico de las contradicciones. Esto es: la conciencia sobre las contradicciones antagónicas de clase, influye en la concepción práctica de la política y ello, sin duda, impacta la dimensión de su finalidad.
Sin argumentar innecesariamente, se puede convenir que el modelo y la operación neoliberal, lejos de disolver el carácter antagónico de las contradicciones sociales, las ha profundizado, en cantidad y calidad. Ante ello, la pérdida del referente dicotómico tendría su base en la derrota, primero militar y política, para posteriormente ideologizarla y concebirla como necesidad de la condición objetiva de las fuerzas históricas. De este modo, la sociedad ha perdido su correlato en dichos referentes tradicionales: el que la mirada de las direcciones políticas – orgánicas, se haya separado de la base social, se funda en su transfiguración ideológica, que no opera necesariamente desde la materialidad de la historia, sino más bien desde la representación de lo real.
El carácter fundamental de la contradicción antagónica del capitalismo, base de la dicotomía de discriminación política necesaria, de amigo-enemigo de clase, queda absolutamente intacta en las estructuras esenciales del neoliberalismo y se potencia a niveles históricos inéditos y superlativos. Su dinámica determina la base concreta en que se siguen moviendo los intereses de clases, pero la lógica teórica, en cambio, se separa de su sentido instrumental-revolucionario y se mueve hacia una simplificación formalista, idealizando y mecanizando el concepto de realidad.
[Como un dato, tal vez vinculante, esta disociación, tanto entre conciencia y condición histórica, como entre orgánicas políticas y base social de la Izquierda, ocurre -entre otras cosas- en el contexto en que sus direcciones fueron abordadas por quienes tenían -probablemente- un débil sentido y eslabón de clase, pues las direcciones de mayor raigambre obrera y popular, fueron barridas en la fase de dominio militar directo, entre las décadas del 70 y 90. Esta circunstancia hizo fácil su infiltración ideológica y coherentemente, impidió que la sensibilidad analítica sintonizara y se hiciera cargo, en el plano teórico y práctico, de las nuevas circunstancias de dominación y de las transformaciones cualitativas de clase, junto a una nueva transversalidad de intereses de la humanidad. Esta circunstancia tiene directa relación con la incapacidad de construir una lógica de conflicto, con una multiplicidad de actores, desconocidos social y políticamente, y otros, radicalmente transformados en sus condiciones estructurales. La izquierda no logra reponerse tras su contundente derrota militar y política. Sumada ésta, a la crisis de los “socialismos reales”, se siente, además, aislada y envuelta en la orfandad teórica, anclada en un mundo categorial rígido, que pronto estuvo anacrónicamente caracterizado: los partidos de la izquierda chilena caen, unos antes que otros, pero finalmente todos ellos por igual, presas de una colonización del pensamiento, en la indefensión de una conciencia empobrecida, que se entrampa ideológicamente, sin poder (o querer) recoger la dialéctica de lo real, asumiendo la unidimensionalidad interpretativa del conflicto histórico].
Lo descrito tiene consecuencias claras, determinantes y profundas:
El pensamiento lógico-categorial de la izquierda -al soslayar la calidad de la antítesis dialéctica- se vincula a la posibilidad (y a la realidad) de una cesión estratégica inaceptable, que determina su sumisión y prolonga la dominación de clase: tiende a ignorar su real condición histórica y hace esfuerzos por encaminar los movimientos sociales, por acciones en donde no se advierte su valor estratégico-congruente, con sus intereses fundamentales.
Se construye, así, una irresponsable paradoja política, porque lo que ocurre en la contraparte real y concreta (en la burguesía) es el aseguramiento de una condición y conciencia que establece claramente como enemigo, al mundo asalariado y sus articulaciones populares contemporáneas. En éstas, la relación de dependencia del capital, no sólo constituye una razón identitaria de la calidad de obrero, o lo que identificamos como “clase obrera”, sino de un amplio campo social, en que la independencia sindical se suma a la diversidad sectorial, sin dependencia patronal directa y se entrelazan realidades interculturales y étnicas que enmascaran el hilo transversal que les une potencialmente, en una convergencia estratégica necesaria: son las bases materiales de lo que podríamos identificar como el mundo o el campo popular: todo el espectro social -con todas sus sutilezas orgánicas – en estado de subyugación y excluido de la participación de la propiedad estratégica sobre los medios de producción y de su consecuente participación sobre los beneficios de su ejercicio productivo.
“El Fin de la Historia” terminó renegando la conciencia dialéctica que explica la lógica de la superación de las condiciones de dominación de clase: Francis Fukuyama ocupa un lugar insospechado en el nuevo ideario histórico-político de las cúpulas orgánicas que hoy obstaculizan la conformación de una nueva vanguardia, cuya base de diversidad impone una renovada plataforma para la unidad: mientras las viejas estructuras son absorbidas por los campos de lucha y las estrategias de su contraparte histórica, las fuerzas sociales emergentes, construyen nuevos caminos para avanzar y definen nuevos escenarios para combatir. Estos signos, caminos y escenarios, restablecen necesariamente la conciencia sobre los intereses fundamentales del mundo popular, entre los que se incluyen, tanto los viejos intereses de clase, como las nuevas condiciones históricas que se instalan en la realidad social y política del campo popular. Al definirse estos intereses, necesariamente se debe aclarar su calidad antagónica fundamental y dicho antagonismo, demarca, a su vez, el área estratégica de alianzas.
En sentido consecuente y conclusivo, la recuperación de la dicotomía “amigo-enemigo” que es la figura práctica de la contradicción antagónica (su expresión política) es antes un significado ético – ontológico y luego, un afán estético, pues la estética que determina el discurso auténticamente reivindicativo y con sentido de futuro (que no puede ser otro que el de la victoria) debe partir mirándose y amándose a sí mismo. Ello no puede ocurrir de espaldas a su instalación real en el mundo, porque el “sí mismo” no es sólo un producto de la conciencia, sino que, aun cuando ella puede serle contribuyente, su consistencia está determinada por el sustrato material de su existencia.
¿Cuál es la transversalidad que une estratégicamente al mundo popular? ¿Qué representa la circunstancia histórica más potente para levantar una gran fuerza de cambio?
Hoy se articulan ciertos hechos en diferentes partes del mundo y dan señales de que deben ser considerados con detención y seriedad; de que deben ser atendidos con detalle y rigor descriptivo, analítico y explicativo, más allá de este texto. Partiré por entornos cercanos, sin pretender una mirada panóptica, sino una simple estimulación, dirigida a integrarles en la teoría necesaria para los cambios históricos.
Chile no es una excepción en lo que se refiere al eje de su economía y a sus características estructurales: representa uno de los tantos focos territoriales en donde se despliega la acción extractiva de los recursos necesarios para la concentración extrema de la riqueza. Esta concentración no es el sólo crecimiento de los poderes económicos y financieros nacionales, sino que – a través de estos y principalmente- el incremento de capital y poder general de los grandes consorcios transnacionales, cuyo epicentro es el primer mundo, desde donde se ejerce la hegemonía del proceso globalizador, con los necesarios mecanismos de control político, militar e ideológico.
La mega-sustracción de recursos, principalmente en el área primaria de la economía y la sobre-explotación humana y medioambiental de los países subyugados, constituyen la médula de su operación productiva y financiera. Sus resultados convergen en la profundización de las diferencias entre la extrema pobreza y extrema riqueza, a la vez de fragmentarse en grupos que luchan por el control estratégico de este proceso globalizador. Ello genera un desgaste insostenible de los recursos naturales y avanza sin freno a un colapso planetario. Esta lógica de extrema concentración de riqueza, cuyo peor signo es la depredación natural y humana, impone el marco regulador de la relación asimétrica con los países menores, pero se replica en el seno de las relaciones de todo el arco económico interno de los países de la órbita capitalista, que representa casi la totalidad del hábitat socio-político de la humanidad.
En este contexto, la especialización de las técnicas de dominio del Poder, logran hoy un amplio espectro de control:
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Se desarticulan o controlan los sindicatos y sus confederaciones; se arreglan los marcos jurídicos laborales de explotación, con un especial diseño de estrategias disuasivas y represivas.
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Se atrapa a los ciudadanos en remolinos de deudas y se expande el consumismo, cimentado en el estímulo arribista de un capitalismo popular, que fragmenta el mundo social-popular, en la competencia y la tercerización de nichos complementarios, pero no estratégicos de la economía
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La educación formal opera como cantera de valores necesarios para la reproducción estructural y su segmentación socio-económica asegura las necesidades de abastecimiento de sujetos funcionales a la hegemonía, en todos los estratos del modelo, a su vez que asegura el espectro de administradores políticos
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Las leyes de exclusión ciudadana, garantizan un sistema de abastecimiento de las estructuras del Estado, funcional al control de los poderes privados de la burguesía y se asegura su vulnerabilidad con modelos operacionales, canales y actos de corrupción obligados, como condición de la burocracia.
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Los medios de comunicación y otros canales socializadores, se encargan de entregar los estímulos dirigidos al plano ideológico para atomizar la vida social en la desconfianza y la desagregación afectiva: el “otro” es peligroso y sólo una circunstancia funcional a los propósitos de éxito individual y no un sujeto para unificar el futuro, porque su futuro es un escollo potencial en el propio camino personal.
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Los pobladores de los grandes centros urbanos son un peligro potencial a la estabilidad del modelo de híper-concentración de la riqueza, por tanto, la estimulación de una delincuencia sostenida y controlada, especialmente reforzada con la exclusión, el tráfico y micro tráfico de drogas, aporta un chivo expiatorio para la represión y allanamiento policial permanente, que enmascara de paso, los propósitos de control político hacia el mundo popular.
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La reconstrucción de Estados indigentes, con tejas de vidrio, en alianza con el poder industrial y financiero, y asegurados con FFAA dispuestas a la guerra interna, ha marcado el tono del intervencionismo y control tras las ofensivas político- militares y las dictaduras en distintos puntos del planeta.
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La “guerra” contra un terrorismo, a veces manipulado, a veces imaginario, fortifica los posicionamientos geoestratégicos imperialistas, en el marco de una ofensiva sin contrapeso transitorio, que alienta a unos y desmoraliza a otros…
Podríamos ensayar una interminable lista de medidas orientadas a la construcción de ese estado unidimensional de la conciencia, que hace ya varias décadas, anunciara H. Marcuse, como características de un capitalismo de fines del siglo XX, que sin duda se ha materializado y -efectivamente – obstaculiza la articulación de la disputa del poder y pone paños fríos a la fricción que provocan las relaciones antagónicas estructurales de la hegemonía burguesa.
Todo lo anterior y más, se suma a la moral de combate pauperizada de las fuerzas progresistas del siglo XX y comienzos del XXI, con el desplome de los “socialismos reales” entre medio, y la ofensiva planetaria de los imperios burgueses. Esto, sin duda estimula el imaginario hacia un fatalismo teleológico de clase y a la claudicación de la voluntad política de quienes han sufrido, sin temple suficiente, una magnífica derrota.
¿Cuál es entonces la transversalidad que permite la unión estratégica?
Las demandas socio-ambientales, las nacionalidades re-emergentes y las puertas que abren el laberinto:
Las fuerzas de (re)cambio de la sociedad, levantan -paso a paso- el movimiento popular de la lona y se organizan desde nuevas realidades que recogen las enseñanzas y herencias de lucha. Los éxitos y fracasos del movimiento popular (y se exige conciencia sobre esto) son las ganancias empíricas de clase, pero no su determinación ni su condena. La humanidad sigue siendo un proyecto inconcluso y lo será hasta su extinción; sus fuerzas -además-continuarán actuando en custodia de sus intereses fundamentales. Si éstos no se unifican estratégicamente en la vida real, los proyectos serán los que cada mundo antagónico impulse, a fin de lograr su continuidad histórica necesaria. Ante ello, debemos releer nuestro mundo: el mundo que fuimos y el mundo que somos, para proyectar el mundo que queremos, debemos y seremos.
No desarrollaré en detalle el problema de la transformación del Estado en el mundo globalizado, no obstante señalaré de paso que la transfiguración del concepto particular de ‘Estado burgués soberano’ en una entidad superflua, directamente supeditada a poderes sin límites nítidos, con fronteras difusas, subyugadas a fuerzas asociadas a los grandes poderes económicos mundiales, coloca un ingrediente poderoso a la generación de un nuevo internacionalismo: la globalización no trae efectos estructurales sólo asociables a las fuerzas dominantes, sino también modifican profundamente la realidad y la conciencia del mundo popular, en toda su diversidad: la construcción de un nuevo escenario de realidad, diseñado por los poderes hegemónicos, opera -necesariamente también- para las fuerzas sociales subyugadas. Ello, por cierto, implica efectos poderosos, que afectan esencialmente toda la dinámica dialéctica de la historia.
Si analizamos el coagulante de la mayoría de los conatos de levantamiento o sublevación popular, en el contexto nacional e internacional, veremos que la transversalidad está nítidamente marcada por el conflicto socio-ambiental, en toda su compleja expresión. Este factor unificante opera en el corazón de todos los enclaves de la humanidad, de manera particularmente diferente, pero esencialmente idéntica, al colocar en riesgo asuntos evidentemente vitales.
Este hecho no es menor ni casual y no corresponde asociarlo a un mero fenómeno ideológico, sino que se fija en una contundente condición material de existencia y agrega un peldaño cualitativamente superior en las contradicciones, las que son puestas en la lucha por la ‘continuidad biológica’, asociada -antagónicamente- a un cierto fin apocalíptico de la burguesía, que en el mejor de los casos, avanza como élite hacia un discutible ‘nivel superior’, dejando atrás la existencia misma de la inmensa mayoría de la humanidad, o la extinción de un conjunto de especies que nos incluye.
Este espesante, no implica que las viejas demandas de los trabajadores asalariados, que fueron el motor de las conquistas políticas del siglo XX, hoy no representen circunstancias reales, importantes, pendientes y motivantes, pero esta bandera, ha quedado sitiada en terreno enemigo, en cuanto éste ha colonizado significativamente sus espacios de lucha, con las desventajas y condicionamientos que ello determina. Por tanto, este factor de unidad, si bien opera como fortalecimiento de una convergencia, por si solo, no puede sostener el liderazgo de una lucha de largo aliento, capaz de avanzar hacia conquistas estratégicas mayores. No obstante ello, el potencial de logro de sus objetivos estratégicos originales, se ve fortalecido al vincularse, necesariamente, a la disminución de los niveles de depredación: no es que sus conquistas se logren a través del aumento de la producción, sino a través de una redistribución del producto global de la economía y la disminución radical del consumo social general, lo que de paso establece condiciones diferentes a las que proyectara el ideario socialista del siglo XX. Tanto las necesidades, como las satisfacciones que la dinámica productiva debe cubrir, tienen que transformarse, cuantitativamente (a menos) y cualitativamente (a más) porque la situación de la especie humana en su hábitat, lo demanda contra vida o muerte.
La diversidad de los pueblos y los nuevos nodos de la historia.
No menos relevante y transversal, es la reivindicación de las nacionalidades: los pueblos latinoamericanos y de otros continentes, viven una creciente restauración identitaria que se refuerza con la evidencia de contradicciones arraigadas en los procesos colonizadores, que marcaron los movimientos históricos de las fuerzas de dominación actuales. Éstas, por lo general, nunca dieron un paso de unificación de criterios políticos y jamás respetaron la visión de vida y mundo de los pueblos originarios y sus consecuencias prácticas, pues se oponen antagónicamente. La lógica de los pueblos nativos, referida a las relaciones sociales y del ser humano con la naturaleza, no tiene convergencia alguna con los colonialismos. Su coexistencia representa una fuente constante de conflictos inconciliables, que ha significado innumerables episodios represivos y genocidas que, sumados a la obvia proyección dialéctica de sus relaciones, no puede significar otra cosa que la debida unidad estratégica de las fuerzas étnicas con el amplio campo popular.
Los conflictos etno-culturales son, sin duda, una realidad contundente de las corrientes de cambio, que no han tenido la debida atención de las organizaciones políticas de raigambre popular durante el siglo XX, concentradas en una interpretación reductivista de las contradicciones y su materialidad socio-cultural e histórica.
Las etnias y los tejidos culturales identitarios, también cristalizan, en este nuevo estadio de las contradicciones, el fin posible del laberinto, para dar un salto hacia la liberación del patrón destructivo de las relaciones de producción. Al restablecer sus funciones constructivas de la vida y la esencialidad humana, como proyecto histórico -individual y colectivo- disuelven la competitividad subyacente, excluyente y subyugante del productivismo capitalista. A este respecto, llevamos varias décadas de un avance progresivo de los pueblos históricamente marginados, dominados y perseguidos como unidades étnicas e identitarias: Bolivia, Ecuador, México, Colombia, Venezuela, Guatemala y otros países de la región, cada uno en diferente grado, han avanzado notablemente en esta dirección reivindicativa.
Chile, por su parte, con órganos políticos con algún grado de comprensión retrasada frente a las complejidades y particularidades del acontecer indígena, camina a la zaga, pero con destacados avances en las últimas dos décadas: el pueblo mapuche, víctima de la gran traición de la República tras la derrota de la Corona, en la primera mitad del siglo XIX, cuyas consecuencias no han cesado, ha iniciado una ofensiva sostenida, en el plano ideológico, conquistando vastos sectores de la ciudadanía, cambiando, paso a paso, el concepto de chilenidad, capitalizando una destacada adhesión moral y apoyo solidario concreto, en diferentes aspectos. Junto a lo anterior, despliega esfuerzos reales para hacer retroceder los avances colonizadores en su territorio y expanden orgánicas con una mirada político-militar, que entrega señales contundentes al resto de las fuerzas sociales y conduce al Estado a la obligación de sacarse las máscaras de hipocresía y le emplaza fuera de su escenario predilecto: la lucha legislativa, que -claro está- es un terreno de dominio adverso, el cual puede ser infiltrado, pero no frontalmente dominado desde sus propios mecanismos. El control de las herramientas sociales concretas de fuerza, de una manera u otra, deben ser controladas cuando el proyecto busca la transformación profunda de las estructuras sociales. La conciencia del objetivo político-militar, que no necesariamente implica la acción violenta, pero sí el control de su posibilidad, no puede estar fuera del concepto de estrategia, del mismo modo como el sustento actual de la hegemonía, le considera componente necesario e inevitable.
Esta nueva realidad de conciencia, ligada a acciones reivindicativas y de resistencia frente al mundo colonial, hoy de signo neoliberal, se extienden ya por cuatro vastas regiones, desde el Bio-Bio hasta Chiloé, incluyendo los interesantes pasos políticos de Rapa Nui. Estas acciones que se han visto poderosamente estimuladas por los últimos acontecimientos, siguen ahondando bases de convergencia, dada la transversalidad de la agresión de claros efectos socio-ambientales, en donde el Estado por su parte, se consolida insistentemente en su “simbiosis” con los grandes poderes económicos; aumenta medidas que se desentienden de las demandas populares, de las áreas culturales específicas y de los pueblos indígenas; pone a las FFAA al servicio de los empresarios; asigna recursos para su protección física y financiera y continúa el incentivo a la marginación social y política de los pobladores en sus diferentes segmentos socio-culturales, populares y étnicos: un camino de confrontación creciente, sin futuro para el actual orden económico, político y militar, pues el fin del Estado no es la moral ni el amor propio, sino habilitar concretamente los espacios de la producción y concentración de riqueza.
Chiloé y las nuevas fuerzas de cambio
El estallido social de mayo, tras una agresión de casi cuarenta años de intervencionismo mono productivo y extractivista, ha sido un gran relámpago, no sólo para la provincia, sino también para la mirada nacional e internacional. Chiloé, con estas protestas, ha contribuido notablemente a iluminar un camino que entre los callejones, aun lúgubres del renacimiento de los movimientos sociales, se viene insinuando con creciente elocuencia histórica.
Se trató de un estallido espontáneo y de viejo fragüe, a partir de un conflicto sectorial. No obstante su motivación puntual, rápidamente se expande por todo el territorio de la provincia y se suman amplios sectores ciudadanos; trasciende los márgenes de la provincia, la región, la frontera nacional y se instala insospechadamente en el ojo del mundo.
En algún grado, la información que se difunde con agilidad por las redes sociales. En otro grado, la intuición. De alguna manera también, los nuevos capitales culturales del pueblo, que hoy cuentan con niveles muy mejorados de comprensión de los múltiples factores de la historia, que en el pasado estuvieron restringidos a las elites burguesas y a los sectores más avanzados del espectro popular. Las décadas de re-despertar de los pueblos originarios -además- y el trabajo de recuperación de la conciencia de los valores, anclados a la necesidad vital de la recuperación, en la ser humano y naturaleza. La liberación de ciertas rigideces de una herencia teórica simplificadora y falseadora del carácter de los tejidos sociales, que esa misma izquierda larvaria, inoculó a la sociedad y fragmentó en prejuicios. El “no hay mal que por bien no venga” del abandono de la política de masas de los partidos convencionales de raíz popular que, sin disimulo posible, han caído en un funcionalismo -comprado o no- a un modelo, de cuyo formato cultural no se pueden despegar, con el consecuente deterioro exponencial de sus ascendencias morales, enclaustrados en la lucha de arenas parlamentarias y su decadencia histórica sin precedentes. La conciencia autónoma y la legitimidad sectorial, etc. son todos, aspectos que caracterizan esta creciente inquietud que comienza a espesar el caldo histórico que recorre las aguas del archipiélago y fluyen también por esas ‘venas abiertas de América Latina’ y otras latitudes del planeta: son los ‘signos de la época’.
Todas estas características y muchas otras particularidades, que los lectores podrán tal vez identificar en abundancia, comienzan a cristalizar en un próspero proceso de acumulación y articulación de fuerzas, cuyos puntos cardinales se unifican en la comprensión de que somos – todo el mundo popular- un gran caudal de la humanidad, que al referirse a sí mismo, no puede dejar de ver el punto de riesgo a que le empuja el curso hegemónico de la historia. Crece la conciencia que permite ver que esas contradicciones antagónicas (que el peso de la derrota transitoria diluyó en la conciencia política de la izquierda tradicional) conducen a la humanidad hacia una urgente y necesaria superación dialéctica o al colapso de miles de millones de seres humanos o tal vez a la humanidad toda. Ante ello, voluntariamente o no, todos tomamos partido.
Alrededor del carácter de los conflictos dominantes que maduran en América Latina y el mundo, que incluye el problema estratégico-energético y la crisis en ascenso de las aguas dulces del planeta (que nos deja en el centro geopolítico de la mayor amenaza) Chiloé participa en un plano adelantado de la nueva configuración de las alianzas sociales y políticas estratégicas del nuevo tiempo. Esto implica y empuja con la fuerza inevitable de la historia, la necesidad de trabajar por la identificación y la conciencia de estos nuevos factores de unidad, que no deben ser quebrados por manipulaciones de ningún tipo, porque anidan en los hechos de una materialidad que crece como valor de clase y excluyentemente de clase: definen el punto social e histórico-dialéctico de corte, más significativo de los últimos tiempos. Los órganos del Poder burgués, sólo pueden actuar allí, como abierta y desnuda oposición estratégica a los intereses populares, pues su agresividad socio-ambiental no puede dejar de ser la médula operativa de la dinámica determinante de su ser histórico: ese ser que trasciende y se desborda de las carreteras de la información y hace que esa “modernidad líquida” de Z. Bauman, cuaje y espese en la conciencia de la necesidad de sobrevivir y salte hacia este nuevo internacionalismo, que las elites intelectuales, hijas del vientre del capital, no sospecharon.
La gran lección de la lucha chilota (aquello que se mantiene flotando en el ambiente) es que la unidad, cuando se construye en la diversidad, no implica la anulación de nadie que esté a este lado de dicho punto de corte. Cuando se reconocen los grandes objetivos que nos permiten seguir avanzando en las grandes tareas, las convergencias y divergencias, son parte del caminar juntos. Por este motivo y porque aquello que comienza a soldar la acción de los diferentes sectores, representa una realidad con fuerza histórica insoslayable, todos los intentos de quiebre, no son más que actos transitorios y fallidos o ilusiones de la decadencia de una forma de interpretar el mundo y la vida.
En contra de la desesperanza posmoderna, que ante las fuerzas y el desastre de la globalización, no ve más que imposibles soluciones globales desde la misma hegemonía atrapada en códigos evidentemente fracasados, nosotros, desde las pequeñas realidades (nuestras realidades reales, como ésta , nuestra insularidad Sur) vamos por la construcción de una transmodernidad (potente concepto de E. Dussel), soldando con nueva conciencia social, cultural, política e histórica, la unidad de las fuerzas que pueden despejar las puertas del laberinto.
Archipiélago de Chiloé – Invierno de 2016
Por Jorgelina Sannazzaro
Doctora en Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología.
Investigadora Universidad Alberto Hurtado/NUMIES.
FONDECYT Posdoctorado Proyecto nº 3160355.
En la última década se multiplicaron los proyectos eólicos en Chiloé para suministro energético, los cuales se presentan como capaces de satisfacer en cierta medida las demandas que acompañan al desarrollo nacional, además de colaborar en la generación de un sistema energético más sustentable. Paralelamente a este incremento de proyectos, aumentan las movilizaciones ciudadanas en oposición a determinados emprendimientos eólicos, así como aparecen otras propuestas que parecen cuestionar el desarrollo energético actual para Chiloé.
Pese a la amplia aceptación de la energía eólica por parte del público en general, la instalación de parques eólicos concretos ha encontrado en muchas ocasiones una fuerte oposición por parte de las comunidades locales, asunto que se encuentra bastante bien documentado en la literatura CTS sobre el tema. Con base en los aportes de esta literatura, con miras a ampliar la comprensión de este tipo de conflictos, propongo aquí explorar las narrativas del desarrollo energético en el caso de Chiloé, desarrollando preguntas tales como: ¿qué narrativa/s del desarrollo se configuran? ¿Cuáles son las metáforas productivas utilizadas?
Comprender los puntos de vista antagonistas, posiblemente nos permitirá utilizar la dimensión conflictiva de tales disputas para la transformación hacia sociedades bajas en carbono. Desde esta perspectiva sobre el conflicto, la idea hegemónica de que la planificación debe buscar “consenso” no sólo es contraproducente sino también perjudicial para los ideales democráticos (Barry and Ellis, 2011).
Para comprender la conflictividad y las relaciones antagónicas en proyectos de generación de energía, hay que considerar la concepción de uso del territorio de los actores intervinientes. En el caso de Chiloé, tanto las prácticas sociales como los modos de concebir el territorio se encuentran modelados por características como la insularidad, la ruralidad y la presencia de comunidades indígenas. Así, la disputa se enmarca en el sentido que los habitantes conceden al uso del territorio y en cómo estas definiciones entran en contradicción con emprendimientos privados y con las regulaciones estatales.
Pero esta situación más que explicar la oposición nos lleva a una pregunta medular: ¿Cómo es posible que estas características no se tuvieran en cuenta al momento de desarrollar proyectos de infraestructuras energéticas en Chiloé? ¿Qué tipo de narrativas guían estos proyectos y cuales guían su oposición?
Ofrecemos a continuación una tabla que esquematiza estas narrativas, captando sus principales diferencias. Si bien es cierto que en tanto esquema, deja de lado los matices presentes, nos permite visualizar los principales obstáculos para un dialogo fructífero entre las partes
Por Sebastián Henríquez Farías, del "Movimiento Capucha de Lana" de Quellón, Archipiélago de Chiloé.
Son los pueblos, conformados por personas libres, iguales y con sentido democrático, los llamados a responder las decisiones que como sociedad debamos tomar en nuestro presente y para nuestro futuro.
El we tripantu, en la cosmovisión mapuche, es la renovación de las energías vivas en la naturaleza, lo cual significa, para nosotros y nosotras, un nuevo comienzo en el andar incesante de las comunidades, quienes están en constante relación con las otras fuerzas que existen en el mundo, vinculados como entes únicos, independientes, pero también fuertemente ligados en su actuar y destino con otras expresiones de vida en el tiempo. Es un momento de transformación, de renacimiento, de revolución. Luego de la noche más larga, habrá una nueva salida del sol.
El actual momento que vive la sociedad chilena en este punto de su historia invita a la reflexión profunda y sincera respecto a qué somos y, por tanto, que queremos. En ese proceso, intentamos responder a la necesidad de crear un imaginario del cual sentirnos parte y por el cual poder luchar día a día, enfrentándonos a esta realidad que nos es tan ajena y parece asfixiarnos si es que no aceptamos el individualismo, la ansiedad y la angustia social a la que nos ata con la dependencia a la tecnología y el culto al dinero como verdades absolutas que justifican, rentabilizando cada una de nuestras acciones (desde amar o sentir hasta trabajar o educarnos), la violencia y la explotación.
Indiferentes aún a lo señalado, las culturas ancestrales desarrollaron un concepto de vida reflexionando de manera concreta sobre la realidad en la cual existían, es decir, fue su retroalimentación con el medio natural y social lo que les permitió construir su organización social y una cosmovisión que la sustentara en el plano de las ideas. No es, como pretenden muchos científicos y filósofos, un plano anterior en el desarrollo y evolución del intelecto humano, y no existe, por tanto, una relación temporal entre su cultura y la nuestra, por lo que, en definitiva, no es posible establecer una relación de superioridad entre una y otra. Lo que sí existe es una diferencia clara en el proceso de construcción del individuo enmarcado en la realidad de la que forma parte, lo que tiene su expresión política, religiosa, económica, ecológica y social, lo que va desde la conformación de familias y comunidades hasta la extracción de recursos o las formas de gobierno, educación y salud, por poner ejemplos.
La dominación, en su actual etapa capitalista, interrumpe los nexos entre el sujeto, la colectividad y el medio en el cual desenvuelve su vida, impidiendo de esa manera la reflexión y resolución consciente de las personas y los pueblos, estableciendo con ello, de manera violenta, una forma de existencia en base a patrones e ideas que resulten más convenientes a quienes detentan el poder en sus manos para su privilegio. Esto explica, por ejemplo, los programas educativos con parámetros uniformes y mercantilizados en las escuelas o universidades, la elección de métodos de salud y prevención occidentales por sobre los conocimientos ancestrales, la extracción indiscriminada de recursos naturales y la consecuente destrucción del medio ambiente, o la comercialización del arte como producto y no como expresión espontánea y sincera de un sentir.
En este contexto de imposición, la democracia debe plantearse como el prisma sobre el que construir una alternativa. Ello se refiere a cómo levantamos en conjunto espacios donde las personas puedan desarrollar de manera colectiva las formas y maneras de crear, apoyar y fomentar procesos amplios de reflexión permanente sobre nuestra realidad, de manera tal de dotarse las comunidades y el pueblo de las armas ideológicas y materiales para re-construir nuestras vidas según las propias necesidades, anhelos y esperanzas, abandonando el mercado como espacio válido de decisión política, permitiendo la apertura de los espacios a todas y todos, independiente de cuan lleno de dinero esté sus bolsillos o sus manos. La democratización de nuestras comunidades implica verdaderas oportunidades para cada una de las personas, un modo de vida en que nadie quede excluido y en el que todas y todos podamos empoderar nuestra existencia, permitiendo un desarrollo colectivo igualitario, solidario y consciente, tanto entre nosotros y nosotras, como con la naturaleza, sea en nuestras familias, sea en un sindicato, una junta de vecinos, una comunidad indígena o un centro de estudiantes, todos los espacios deben re-estructurarse sobre la base de la democracia real para los pueblos.
Para ello, la liberación debe ser el mayor anhelo que nos guíe. De manera individual o colectiva, es necesario romper tajantemente con las ideas dominantes que hoy propugnan la explotación y la violencia como eje sobre el cual realizar nuestras vidas. Sin esto, la democracia carece de sentido y no sería más que otra forma de organización política de los espacios comunes. Por ello, es importante re-conocernos como individuos, valorizar la pequeña existencia que significa nuestro actuar o sentir y entender la existencia de la misma complejidad en quienes nos relacionamos, quebrando de forma concreta el individualismo que se expresa en incluso quienes creen, a partir de su propia reflexión, tener las respuestas correctas. Urge ser sobre todo empáticos y solidarios, caminar en conjunto y nunca pretender imponer nuestras ideas, por más justas y necesarias que las creamos. Avanzamos todas y todos, no hay forma más correcta de hacerlo. Nuestra construcción es desde la sinceridad del sentimiento por una mejor existencia para todas y todos, jamás deberá haber espacio para la disputa y la intransigencia, salvo contra quienes oprimen y reprimen nuestra libertad. En esto, la liberación de la mujer y el fin del patriarcado deben ser objetivos primeros.
Dichas ideas de democracia y liberación nos llevan, especialmente en lo colectivo, a reivindicar el autogobierno como forma de organizar nuestras comunidades. Son los pueblos, conformados por personas libres, iguales y con sentido democrático, los llamados a responder las decisiones que como sociedad debamos tomar en nuestro presente y para nuestro futuro. Cómo crecen las localidades, cómo se educa a los niños y niñas, cómo se provee económicamente para la subsistencia, son algunas de las cuestiones en que es urgente plantear una alternativa real al actual sistema injusto, desigual y violento que nos gobierna. Las luchas estudiantiles, las problemáticas territoriales en el sur, la lucha de los pueblos originarios, las organizaciones de trabajadores, son ejemplo de apuestas de conflicto parcial que se hace necesario retroalimentar con otras fuerzas vivas y con los pueblos que aún despiertan del yugo bajo el que se les ha dormido. Unir esfuerzos, solidarizar, emprender la larga tarea de educar y organizar para sacar a puño y fuego a ladrones, avaros y corruptos. Democracia, liberación, autogobierno: la revolución constante de nuestras mentes y cuerpos.
La aprobación de la única oferta técnica presentada ante el Ministerio de Obras Públicas para la construcción del Puente sobre el Canal de Chacao, me ha llevado a compartir con ustedes mi reflexión respecto a la necesidad de priorizar inversiones que efectivamente favorezcan un desarrollo territorial sustentable en y para el archipiélago.
El desarrollo de los espacios regionales y locales debiese ser una prioridad en nuestro país dado los profundos desequilibrios territoriales actuales, es decir, la inequidad en la distribución espacial de las oportunidades de desarrollo humano. Reflejo de esta inequidad espacial es Santiago, metrópolis-capital nacional que concentra las oportunidades de empleo, recursos estatales y privados, cuya concentración de la mayoría de las inversiones ha menoscabado las oportunidades de desarrollo de otras regiones y ciudades; esta situación se proyecta a otras escalas: a escala regional, las capitales regionales concentran la inversión y oportunidades de la región, generando un despoblamiento rural y un debilitamiento de las ciudades intermedias. A escala comunal resulta también elocuente como las capitales comunales concentran gran parte de los fondos públicos y privados, quedando los pequeños villorrios y otras localidades menores resignadas a niveles de desarrollo ostensiblemente inferiores. Este desequilibrio a escala nacional, regional y local, es la proyección espacial de un país centralista en diversos ámbitos, donde las decisiones sobre el desarrollo son injustas e inequitativas, influenciadas por inversionistas cuyas casas matrices están en las grandes urbes y donde las autoridades regionales vienen principalmente desde Santiago, sumado al hecho de que una parte importante de la ciudadanía no aboga por el desarrollo de sus propios lugares, acrecentado el centralismo y postergando a los territorios periféricos, y en nuestro caso, el archipiélago más importante de Chile.
Pues bien, cabe preguntarse ¿Cómo la decisión de construir un puente disminuirá los desequilibrios territoriales de la región de los Lagos?, ¿Cómo el puente podría ayudar a generar desarrollo local sustentable? ¿Cómo esta obra puede hacer de nuestro archipiélago un lugar más autónomo en decisiones y con mayores oportunidades para lograr un desarrollo humano pertinente a nuestro contexto territorial?
Recordemos que la decisión de construir el puente responde a un anhelo continental y no insular; las oportunidades de desarrollo local deberían ser decididas con presupuestos participativos y no impositivos desde cúpulas centralistas que no conocen nuestras necesidades y prioridades de forma directa más que por intermediarios. Las necesidades urgentes del archipiélago apuntan a generar una conectividad interna donde se refuercen la frecuencia, rapidez y calidad de los servicios de transporte marítimo, terrestre y aéreo a las 40 islas del mar interior, y los sectores rurales de la isla grande, fortaleciendo las servicios de rondas médicas con más embarcaciones dotadas para estos fines o con la dotación permanente de más profesionales de salud en dichas islas, el aumento en la inversión e incentivos a los profesionales de la salud con especialización médica para fomentar su llegada y/o retención en el archipiélago, la construcción de un hospital base como el de Puerto Montt (cuyo costo asciende a los 180 millones de dólares , es decir, un cuarto del costo del puente de Chacao), las mejoras de las rampas (cada una cuesta aproximadamente un millón de dólares), la preservación de la naturaleza mediante la ampliación del Parque Nacional Chiloé (el Parque Tantauco costó 6 millones de dólares), la mantención de nuestro patrimonio cultural inmaterial también es una necesidad a fortalecer desde el sistema educativo y la recuperación y puesta en valor del patrimonio material, por ejemplo recuperando viviendas centenarias, mejorando los museos y manteniendo también las iglesias que no son patrimonio de la humanidad pero si son patrimonio local (la restauración de una iglesia patrimonial cuesta un millón de dólares aproximadamente), la creación de una Universidad en Chiloé de alta calidad, pública, laica y gratuita, ya que las familias de los estudiantes chilotes que cruzan Chacao incurren en costos muy superiores respecto a los estudiantes del continente. Estas intervenciones podrían incrementar los niveles de desarrollo local y disminuir los niveles de inequidad espacial que nos afectan, priorizando y resolviendo las necesidades desde y para el archipiélago, en pos de disminuir el centralismo y la dependencia en la toma de decisiones.
Además, hay que agregar la necesidad de diversificar y regular los rubros productivos de Chiloé: fortalecer la pesca artesanal, la pequeña ganadería y agricultura, fortalecer los diferentes tipos de turismo y donde los beneficiados sean la población local, avanzar hacia la independencia y autonomía energética, favorecer la capacitación en técnicas de conservación, manejo y uso sustentable de recursos naturales (bosque nativo, recursos bentónicos, pesqueros, pompón, entre otros), en el marco de un Plan provincial de ordenamiento territorial, que regule los usos preferentes del espacio, en su dimensión terrestre y marina.
Estas propuestas en conjunto pueden tener un valor igual o inferior al puente (700 millones de dólares), por ejemplo que con una inversión de 200 millones de dólares en un parque eólico, localizado en un área de baja sensibilidad ambiental, el archipiélago podría generar su propia energía (autonomía energética) y no exportarla masivamente (recordemos que ya hay tres proyectos eólicos aprobados y 2 más en calificación), como se ha optado hasta ahora, localizando estos gigantescos proyectos en áreas de alta sensibilidad ambiental.
Generar un desarrollo humano y territorial para Chiloé, siendo realista y oportuno, pasa por generar propuestas que sirvan a los intereses del archipiélago y no al revés (como por ejemplo el llegar más rápido al hospital de Puerto Montt), ya que si es por reducir el tiempo de espera podemos proponer: 1) el aumento en el número de rampas en Chacao, 2) construir una tercera vía en la ruta 5 sin concesión,3) llamar a licitación para incorporar nuevos transbordadores dotados de tecnologías de punta, 4) servicios de transporte marítimo con tiempos de espera estandarizados, 5) un subsidio a los habitantes de Chiloé que disminuyan los costos del transbordo (subsidio territorial a la insularidad), sin duda estas medidas reducirían los tiempos de desplazamiento y el costo de ellas sería menor al del puente, destinándose estos recursos en inversiones que apunten a favorecer un desarrollo territorial local, para que el archipiélago sea el protagonista de su desarrollo y no espectador de un futuro decidido por intereses externos cortoplacistas.
Un puente incrementa nuestra dependencia, no resuelve ni fortalece nuestras posibilidades de desarrollo territorial local, por cuanto no garantiza la concreción de iniciativas que favorezcan el desarrollo humano en el archipiélago y el progreso sirve si es aquí, no para ir a otro lugar a buscar las oportunidades que no están en nuestro terruño.
Nuestro futuro debe construirse en base a consensos, debates de ideas y propuestas, no por la imposición de argumentos sustentados en clichés como “puente=progreso=conectividad", el progreso del archipiélago pasa por la capacidad de generar condiciones y oportunidades para el desarrollo de sus habitantes en condiciones de insularidad y sustentabilidad, es decir, de renovabilidad de las condiciones que lo sustentan: progreso no es saqueo de los recursos que hay hoy, y carencia para los chilotes del mañana, progreso es velar por que nuestro archipiélago tenga las condiciones de desarrollo aquí, ahora y en el futuro… Progreso es pensar y hacer de Chiloé un mejor lugar para vivir desde sus potencialidades y para sus habitantes. No dejemos que otros decidan por nosotros sobre nuestras prioridades, seamos protagonistas activos de nuestro propio desarrollo, siendo un ejemplo para otros territorios de Chile que ya están abogando por un mayor equilibrio territorial en las inversiones, por la sustentabilidad de las actividades en sus territorios, y por la democratización de las decisiones regionales-locales.
Alvaro Montaña Soto
Geógrafo
Área de Ordenamiento Territorial
Centro de Estudios y Conservación del Patrimonio Natural - CECPAN
Pedro Montt #549, Ancud, Chiloé
“Ya no hay moderación
yo voy por la liberación
la alteración de la sociedad entera es la operación
generación que no espera aviso de nadie
que sabe que cambios reales se hacen sin permiso y en la calle”
Portavoz - Escribo Rap con R de Revolución
Este trabajo transita por el tiempo de los espacios, entendiendo las heterotopías y valga la redundancia, como espacios de saber/poder en que la práctica de decir la verdad (parresía) aparece como algo intrínseco de la canción comprometida.
Para darle mayor cohesión a los objetivos que plantea este artículo se hará un recorrido por los principios teóricos con que Foucault fundamenta su entendimiento de las heterotopías, para luego proseguir con la parrhesía, concebida como actividad de franqueza verbal, de carácter crítico y político. Ello nos permitirá contextualizar de mejor manera las herramientas que posibilita el HipHop organizado en Chile y como este grafica los cambios sociales profundos que se viven actualmente, otorgando elementos de identidad que ayudan a la liberación del sistema.
Excelente artículo de nuestro amigo Jorge Campos. Gracias Jorge por el envío. Leer el artículo aquí.
Por Armando Bahamonde Vera.
Profesor e Investigador de Chiloé.
Un pueblo, de acuerdo a las estructuras histórico- sociales, deposita su confianza en las Instituciones garantes del Estado de derecho, igualdad, justicia, libertad, a través preferentemente del proceso democrático, que por votación se elige a los lideres para representarnos con su honestidad, capacidad, visión y responsabilidad; sin embargo, este objetivo no se cumple y se aleja de los reales intereses e inquietudes de los ciudadanos, se inicia, entonces, la disconformidad e indignación legitima de la gente, cuyo única defensa o alternativa, son las organizaciones de base a través de movimientos populares o asambleas ciudadanas, que pasan a ser confiables y representativas del pueblo, sino, legítimos o necesarias para las aspiraciones y participación plena de las comunidades, en igualdad de condiciones.
Entonces, la culpa de esta legitima agitación social, no es precisamente del pueblo, sino, de la forma deficiente y arbitraria con que se ejerce el Gobierno en todos los niveles, así como las irregularidades de las Instituciones que deben dar ejemplo en la administración del País, en bien, por igual a todos los Chilenos, procurando la justicia e igualdad social, asegurando la libertad y la diversidad cultural de cada pueblo, el desarrollo integral y bienestar de cada persona y familia, en fin, haciendo posible la transmisión de aquellos valores que constituyen la base de nuestra comunidad nacional, los derechos fundamentales e inalienables del servicio público, como la educación, la salud, la alimentación, la vivienda, la convivencia plena a través del respeto y la confianza, el clima grato y fraterno que permite el desarrollo humano, un ambiente limpio y descontaminado, etc…
La falta increíble de participación ciudadana, la nula posibilidad de poder opinar en el desarrollo territorial del que cada individuo está inserto desde el nacimiento, haciendo que al no ser escuchados las personas se convierten en objetos y no como protagonistas o sujetos de su propio desarrollo e historia local, la invasión de obras y proyectos ajenos e inconsultos a nuestra tierra Chilota, que ya han causado terribles desastres ambientales y culturales, grupos económicos que se han adueñado de nuestras islas, sin vergüenza alguna, en contra de la opinión de la comunidad, al amparo y complicidad de la ley, de las Instituciones y de las propias Autoridades; como resultado de ello, del clamor, de la injusticia, la indignación, han surgido en Chiloé una diversidad de movimientos o asambleas sociales, encabezadas por humildes ciudadanos, jóvenes, profesionales, estudiantes, comunidades y organizaciones indígenas, cuya noble finalidad y misión, es enormemente elogiable y debe valorarse en toda la Provincia de Chiloé, pues, qué más hermoso luchar y trabajar por el respeto y la defensa del Patrimonio histórico, cultural y natural de nuestra amada tierra Chilota, buscando la paz, dignidad, armonía, felicidad y bienestar de las nuevas generaciones y de la comunidad toda en su conjunto.
La entrega de Chiloé, es una alta traición…
Es por otro lado, vergonzoso y triste, como los responsables de cuidar y proteger nuestro Patrimonio, nuestra soberanía insular, la dignidad y amor por nuestras familias y el suelo que cobijó nuestro nacimiento, han demostrado su increíble incapacidad y falta de visión, para entregar con tanta facilidad el territorio de todos, simplemente traicionado a nuestro pueblo y creando la incertidumbre en el futuro de los hijos de las humildes familias Chilotas; todo ello, para ayudar a los pudientes grupos económicos y políticos, que cada mes o año, se van apoderando de nuestros bosques, montañas, cumbres, ríos, playas, campos y otros espacios públicos, sin que nadie diga o haga nada para impedirlo, en plena democracia, se guarda silencio y complicidad.
Por eso, valoro y felicito, a quienes hoy todavía tienen conciencia y valentía, por atreverse a defender lo que pertenece a todos los Chilotes; como bien dicen:“Chiloé, decide”… no es entonces, sólo, decisiones de las autoridades o servicios del Estado, autorizar obras o proyectos sobre nuestro territorio, por el contrario, es primero contar con la participación, consulta y opinión de todas las personas, familias, Organizaciones e Instituciones del pueblo, sin exclusión alguna, ni marginaciones de ninguna especie, más aún, tener presente la sabia opinión y consejos de la milenaria comunidad indígena del Archipiélago, garantizada en el convenio 169, en que se ha pretendido dolorosamente ignorar y excluir, a fin de vender y entregar más rápidamente los territorios y bienes de la Provincia de Chiloé, como sucedió escandalosamente con la “manejada consulta ciudadana”, sólo a 2 comunidades Huilliche del Norte de Chiloé con respecto al estudio de impacto ambiental, para la construcción de un puente en Chacao, como si esta construcción y conectividad artificiosa, afectara sólo a los que viven en las inmediaciones, sabiendo todos, que el proyecto de una u otra manera, impactará fuertemente a la población del Archipiélago de Chiloé y las numerosas organizaciones indígenas de la Provincia. ¿Qué más se puede decir, al respecto, de cómo se están haciendo las cosas en plena democracia?... ¿Qué opina Ud. Como habitante de Chiloé?... ¿está informado Ud. o ha participado de este proyecto?...
Los pueblos, las culturas, desde siempre han tenido una serie de palabras, términos, que refuerzan ese tipo de cultura. En el caso nuestro, desde antes de O”Higgins ya se usaban una serie de términos que promovían y promueven, intencionalmente, una inclinación hacia una cultura individualista o al menos no inclusiva; me refiero al “mi” y al “yo”.
Para los que siempre han monopolizado la toma de decisiones respecto a qué se hace o qué no se hace en Chile, mantener una cultura donde en cada momento, en el diálogo frecuente, sentirse dueños únicos (individualismo), de lo que en realidad es de todos, es lo mejor que les puede ocurrir… individualmente los más débiles nunca tendrán opción de ganar justicia y todos los demás derechos sociales.
Si pretendemos avanzar hacia a una sociedad chilena más respetuosa, inclusiva, solidaría, democrática, con fuerte educación cívica, etc. Sugiero que en el vivir y hablar cotidiano se utilice el “mi” y el “yo” sólo cuando corresponda y evitar reemplazar al “nosotros”, al “nuestro”. Si las calles son de uso de todos, entonces es “nuestra”, por lo tanto lo correcto es decir “nuestra calle” y no “mi calle”; lo mismo ocurre con la casa, la escuela, los puentes, la profesora, el patio, la cancha del barrio, etc., etc., etc.…. a lo que es de todos o lo usan todos debemos referirnos como algo nuestro; “nuestra escuela”, “nuestra profesora”, “nuestro patio”…. “Nuestro”… “I n c l u s i v o”, “C o l e c t i v o”. Al ir alcanzando este cambio, iremos formando verdaderos ciudadanos, personas que se sientan parte de un “nosotros”, “parte” de una sociedad “en” la que tienen que actuar, comprometerse y transformar.
Seguramente hay muchos otros términos de uso común en nuestro vocabulario que pueden aportar al respeto y la inclusión.
Otro término de común uso en las escuelas es el de “la tarea”…. Tarea es sinónimo de trabajo y en nuestra cultura el trabajo es sinónimo de “castigo”. Aquí me gusta como lo hacen algunas provincias argentinas donde se le llama “deberes”. El deber es una responsabilidad y la responsabilidad siempre tiene un nexo con otros.
El lenguaje es básico en el tipo de sociedad que queramos formar… ¿será esto considerado en la reforma educacional?
Eduardo Mondaca Torres
Profesor Jubilado, 42 años de Docencia en el Archipiélago de Chiloé.
Investigador del Programa “Investigación-Acción” de Colegio de Profesores de Chile A.G.
Luego de la derrota del campo popular del año 1973 el empresariado chileno y el imperialismo impusieron a través de su dictadura militar la constitución de 1980. Esta fue plebiscitada en un proceso absolutamente fraudulento. Sus contenidos representan el ideal neoliberal; una ciudadanía sin derechos sociales, un estado puramente policial, el poder del estado emanado mayoritariamente de procedimientos no democráticos y sin ningún control ciudadano y las minorías imponiéndose a las mayorías.
Esta institucionalidad permite los peores abusos de las grandes empresas en contra de millones de consumidores cautivos, ha generado un duopolio politico corrupto, la explotación cotidiana de millones de trabajadores (as), la indiferencia del estado ante el saqueo de las cotizaciones provisionales, la salud y la educación como mercancía, el saqueo de nuestras riquezas mineras, regalarle el mar chileno a cinco familias, un centralismo brutal y un desquiciamiento ecológico en nuestro territorio, una manifiesta devaluación cultural y una inserción internacional de Chile como un país arribista y al servicio de las grandes potencias y obstáculo a la integración latinoamericana.
Se ha venido produciendo una creciente toma de conciencia que este Chile debe cambiar y para ello es necesaria una nueva Constitución. Este clamor ciudadano que es particularmente intenso en las nuevas generaciones, ha hecho que algunos dirigentes de la Nueva Mayoría (NM) proclamen la necesidad de una Asamblea constituyente, pero los que mandan allí han cerrado ya esa posibilidad.
El gobierno que viene optara por reformas constitucionales, que mediaticen el conflicto, para que nada cambie en lo sustancial, como se hizo con la “revolución pinguina”, es ingenuo pensar que una coalición política (NM) que ha gobernado y lucrado más durante 20 años se niegue a si mismo, creando una nueva institucionalidad.
Si queremos una autentica constitución democrática ella debe ser producto de una Asamblea Constituyente Autoconvocada que no es un solo acto sino un proceso que involucre a millones de chilenos(as), sin exclusión alguna , en Chile y el exterior.
La nueva constitución debe contener todos aquellos derechos sociales y mecanismos de participación que son negados en la constitución de Pinochet-Lagos, restablecer el principio que las mayorías deben prevalecer y no al revés y un control ciudadano sobre el poder polìtico.
Esta tarea histórica sólo la puede llevar adelante la izquierda que no tiene compromisos con el sistema neoliberal.
Los chilenos no debemos aceptar que nuestra justa demanda por una nueva constitución se vea burlada y escamoteada por las maniobras politiqueras del duopolio en el poder: Asamblea Constituyente auto convocada ahora.
Roxana Miranda (ANDHA Chile a luchar democrático) Eduardo Artés (Primer Secretario del Partido Comunista Chileno (AP) Esteban Silva (Presidente Movimiento del Socialismo Allendista) Eduardo Gutiérrez (ex candidato a Senador Santiago),Patricio Altamirano (Movimiento de Izquierda Independiente) Carlos Moya Ureta (Director Ilaes Posgrados), Juan Carlos Perez Presidente Sindicato "LIDER" Gran Avenida, Carlos Astudillo Vice Presidente de la Federación de Estudiantes del Pedagógico José Suárez Secretario de Comunicaciones Federación de Estudiantes del Pedagógico Guillermo Aravena Mondaca , Vice- Presidente de la Fecoot ( Federación de cooperativas de trabajo de Chile. AG)Nino Mundaca (Dirigente sindical CCU) Ruben Jeréz(abogado DDHH) Roberto Ávila Toledo (abogado DDHH),Rodrigo Román, (abogado DDHH Defensoría Popular) Luis Venegas Presidente del Centro de Alumnos del Liceo "Juan Gómez Millas" Atilio Herrera Dirigente Movimiento de Pobladores por la Dignidad Valdemar Sanhueza Coordinador de la Corriente Sindical Proletaria CSP Luis Aravena Coordinador de la Corriente Popular de Pobladores CPP Diego CalderónCoordinador de la Corriente Estudiantil Popular CEPJavier Sandoval Dirigente social VIII Región Deisy Avendaño (Aysen) José Otarola, Presidente Junta de vecinos 38B Valparaíso David Mateluna ( ex candidato a diputado La Cisterna) Daniella Cortes, IV RegiónHéctor Rodríguez, (Presidente Centro de Padres y Apoderados Colegios Particulares RM). Juan Casas (Presidente Asociación de Energía Solar AG). Ricardo Klapp (Puente Alto) Nestor Ramirez (Puente Alto) Ivan San Martin (Dirigente sindical Transantiago) Carlos Alvarez (Mutual de Trabajadores del Transporte)Rodrigo Loyola (vicepresidente Ex presos políticos)Carla Antman (ex presidenta Federación De Estudiante Universidad Catolica de Valparaíso)
Los Grupos de Apoyo al Pueblo Mapuche existentes en diversas ciudades de Europa; Suecia, Holanda, España, Suiza, Noruega, Bélgica, Inglaterra y abajo firmantes, nos dirigimos a la opinión pública internacional con el objetivo de protestar por la violación de los derechos humanos y las libertades fundamentales que está sufriendo el pueblo nación Mapuche de parte del estado chileno. Sus justas demandas por sus derechos históricos, políticos, económicos, culturales y territoriales son severamente judicializados y reprimidos por el estado Chileno.
Europa, febrero, 2014
En primer lugar, manifestamos nuestra preocupación y protesta ante la situación de indefensión en la que se encuentran las comunidades mapuche; hombres, mujeres y ancianos y niños movilizados frente a la arremetida policial emanada del gobierno chileno de Sebastián Piñera. Constatamos de manera sucesiva el alarmante despliegue policial altamente tecnológizado de armamento de alta peligrosidad, helicópteros, carros blindados, comandos de fuerzas especiales, traslado de nuevas dotaciones de carabineros desde otras ciudades hacia la Novena región, instauración de bases y/o fuertes militares en propiedades privadas de empresarios, y, últimamente, la puesta en marcha de sofisticados aparatos aéreos como los “drones”.
Todo lo anterior tiene como objetivo exaltar el carácter represivo militarizado dirigido hacia las comunidades mapuche movilizadas por sus legítimos derechos y sometidas en la actualidad, al exterminio genocida como consecuencia de estas políticas beligerantes. El fin último sustentado por los gobiernos de turno a través de sus aparatos represivos, no es otro que proteger capitales e inversiones privadas, de empresarios, latifundistas, forestales y transnacionales quienes han despojado y usufructuado de los territorios ancestrales y recursos naturales pertenecientes al pueblo mapuche.
Quedan en evidencia, las estrategias políticas de corte militar que el Estado chileno privilegia para buscar “resolver” una situación de injusticia, discriminación, exclusión social y negación de derechos que viene demandando el pueblo nación mapuche desde la ocupación y despojo de sus territorios hace más de un siglo. Esta desmedida militarización, que fuera reconocida abiertamente por la Ministra del Interior, Cecilia Pérez, como la “Nueva Pacificación de la Araucanía”, se plasma explícitamente en la actual coyuntura que enfrenta el pueblo nación mapuche.
Concretamente, vemos la persistencia en la aplicación de una ley antiterrorista, puesta en marcha por los gobiernos de la “Ex Concertación”, actual “Nueva Mayoría”, y aplicada exclusivamente a detenidos de origen mapuche; ley que inhabilita evidentemente todos sus derechos ciudadanos. Prueba específica de ello son los procesos judiciales que enfrentan actualmente numerosas autoridades ancestrales, en particular el Machi (líder espiritual) Celestino Córdova, cuyo proceso está lejos de ajustarse al respeto de normas jurídicas y estándares nacionales e internacionales. El debido proceso le ha sido vulnerado al ser enjuiciado, estigmatizado y sancionado como culpable frente a la opinión pública a través de la manipulación mediática de los medios oficialistas.
Lo anterior ha implicado, para las familias de la comunidad a la que pertenece el machi Celestino Córdova así como para quienes solidarizan con su causa, un constante hostigamiento, persecución, golpizas, torturas, humillaciones, detenciones y tratos vejatorios y degradantes tanto a adultos como a mujeres y niños en sus territorios y lugares de desplazamiento cotidiano. Prueba de ello son las imágenes emitidas por los medios, el día 3 de febrero pasado, ocurridas en las afueras de los Tribunales de justicia mientras se desarrollaba el juicio al machi Celestino. En dicha oportunidad fueron detenidos 17 personas, entre ellos menores de edad, quienes fueron objetos de golpes y torturas en el interior de los carros policiales a manos de uniformados, justificadas mediáticamente como; “la guerra sucia al enemigo interno”, por las autoridades de gobierno de Sebastián Piñera.
Consideramos de absoluta legitimidad las demandas que el pueblo nación mapuche viene sosteniendo gobierno tras gobierno en las últimas décadas, sin mayor respuesta que la represión militarizada y no dejando otra opción que movilizarse con toda su convicción, capacidad y dignidad, en la búsqueda de materializar el reconocimiento a sus derechos políticos, sociales, culturales y territoriales desplazados por décadas por políticas asistencialistas y militaristas que no entregan señales de cambio en la próxima administración.
Por todo lo anterior, hacemos un llamado a los organismos de derechos humanos nacionales e internacionales, así como a los defensores de derechos humanos, a la Cruz Roja Internacional a hacerse presentes en el territorio mapuche durante el tiempo que dure el juicio al Machi Celestino Córdova, como garantes de los derechos de sus familiares, de las comunidades mapuche y por la aplicación de un debido juicio, emplazando así al estado chileno, quien por omisión y exclusión no ha cumplido tales requerimientos.
Así mismo, hacemos un llamado la comunidad internacional y a los Grupos de Apoyo al Pueblo Nación Mapuche a solidarizar y organizarse para llevar a cabo acciones de protesta en las respectivas embajadas chilenas en el exterior con la finalidad de interpelar al gobierno entrante para el cumplimiento de los derechos y convenios ratificados por el estado chileno.
.-Por la libertad de todos los presos políticos mapuche!.-No a la militarización del territorio mapuche!.-Restitución de los territorios ancestrales!Firman:Suecia: Malmö. Mapuchekommitee Comité de Apoyo al Pueblo Mapuche Gulamtun. Margareta Fryxell y Monika NorellHolanda: Rosario Railaf .España: Xawunche. Coordinación de Apoyo al Pueblo Mapuche. MadridAlemania/ FRANKFURT AM MAIN : Ñuke Mapu.Alemania: Grupo Regional Mapuche de la Asociación para los Pueblos Amenazados (GfbV)Suiza/Ginebra: Asociación Kimun-Suiza/Lausanne: ASO-Chile-VD.Belgica /Bruxelle: COMABE-Ana González.Francia/Paris: Tierra y Libertad para Arauco –Néstor Vega.Noruega: Komiteen for Mapuches Rettigeheter. Comité por los Derechos del Pueblo Mapuche.Suiza: Ginebra: APO -Werken. Flor Calfunao Paillalef. Inglaterra: Enlace Mapuche Internacional: Reynaldo Mariqueo. Bristol.Bélgica: Gastón Lion. Comité Belga-América India.
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