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El precio familiar del salmón: apuntes para una investigación urgente

24 de Enero de 2017

“Dedicado a mi hijo Lorenzo y a los niños y niñas de Chiloé”

                                                                                                                                 

Adolfo Andrés Mariñanco Riffo

Trabajador Social del Programa de Reparación del Maltrato (PRM) Ciudad del Niño, Castro

Investigador del Centro de Estudios Sociales de Chiloé (CESCH)

 

El siguiente ensayo obedece a las constantes reflexiones que emanan de mi labor cotidiana como Trabajador Social en el Programa de Reparación del Maltrato (PRM) "Ciudad del Niño" de la comuna de Castro, ex Centro Millantuy. Programa ambulatorio de la red SENAME que ejecuta procesos de intervención reparatoria en niños, niñas y adolescentes que son indicados como víctimas de delitos sexuales, derivados por la Fiscalía Local de Castro y el Juzgado de Familia de la misma Comuna. En este sentido, el texto tiene como propósito profundizar en la constante relación que se da entre niños y niñas víctimas de delitos sexuales y las estructuras familiares condicionadas por la industria salmonera.

 

En este propósito, y a modo de contexto, podemos señalar que indudablemente el avance del modelo extractivo tiene múltiples costos en los territorios en los cuales se emplaza. Destacan los daños irreparables a nivel ambiental y, en el caso de nuestra realidad insular, la afectación de una amplia gama de prácticas socioculturales locales, destacándose la agricultura y pesca artesanal. Más silentes pero igual de profundos son los daños a nivel social. Comunidades que en un corto periodo de tiempo se ven sometidas a vertiginosos procesos de urbanización, hacinamiento y la modificación de sus dinámicas familiares, estas últimas generalmente ocasionadas por sistemas de trabajo basados en largos turnos que mantienen en movimiento a las cadenas productivas.

 

En cuanto a la historicidad de la megaindustria salmonera, podemos indicar  brevemente que las primeras ovas fueron introducidas en ríos de la zona central y sur del país. A partir de esta experimentación se hizo la primera exportación de salmones en los setenta. Luego en 1981, bajo el concepto de fomento de la transferencia tecnológica, el Estado adquiere la empresa salmones Antártica, a través de la cual desarrolla en el archipiélago de Chiloé la primera línea de producción, a saber: la producción de smolts por parte de Salmones Huillinco; la cría en canales por parte de Salmotec y la exportación de salmón ahumado por Finamar.

 

El avance –como sabemos- fue explosivo. Se pasó de ser el séptimo exportador de salmones a nivel mundial en 1989 a ser el segundo en 1994, por detrás de Noruega. Para el año 2008 existían 70 empresas ligadas al rubro salmonero en la región de los lagos, modificando la estructura urbana de las ciudades y generando la  necesidad de instituciones gubernamentales y servicios en la zona por el crecimiento sociodemográfico, entre otros avatares. La fuerza de trabajo del rubro salmonero, fue sumando e integrando un universo societal diverso, con diferencias etárias y técnicas, donde la variable de "género" fue determinante para el desarrollo empresarial. Respecto a este último punto, aclaratoria es la cifra entregada por “Salmon Chile” para el año 2002, donde se evidencia que de los 42.000 trabajadores del rubro salmonero, un 70% eran mujeres, que se desempeñaban en diferentes etapas de la producción.

 

Es necesario aclarar aquí que, por las características del proceso salmonero,  el trabajo en las jaulas flotantes de cría y engorda es desempeñado principalmente por hombres. No obstante, el trabajo que requiere mayor mano de obra, es decir, el ejecutado en las plantas procesadoras, es realizado principalmente por mujeres. Son éstas, que a través de duros turnos rotativos, han demostrado ser las más eficientes y delicadas con el producto, con una gran capacidad de filetear salmón en los momentos en que se necesita una producción acelerada, trabajando por más de 12 horas e incluso extendiendo esta jornada entre 2 a 4 horas extra por turno. Han sido las mujeres de Chiloé, sin duda, las que han sentido y sufrido las mayores consecuencias del violento operar de la megaindustria salmonera.

 

En este contexto de explotación laboral al cual son sometidas las mujeres chilweñas y sus familias, proliferaron –claro está- un sinnúmero de vulneraciones. En primer término se puede constatar el desapego progresivo entre las mujeres y sus hijos. Desapego que se hace carne día a día, turno a turno y en cada hora extra. Los hijos e hijas de las operarias del salmón se han hecho adolescentes y adultos/as en soledad. Han construido vida, de manera paralela y soterrada, mientras sus madres pasan horas de pie frente a un gélido mesón de trabajo en el cual funden sus sueños junto a toneladas de salmón. Es, evidentemente, un complejo escenario de sacrificio, amor y desamor, que tiene múltiples consecuencias.

 

Y es que es bajo estas dinámicas de explotación donde constantemente afloran y se potencian –y así lo vemos en Chiloé- una serie de problemáticas familiares. Destacan el consumo de alcohol y drogas, la violencia intrafamiliar y abuso sexual infantil. Con esto último, no quiero afirmar que todas las problemáticas familiares son de exclusiva responsabilidad de los sistemas productivos extractivos sino que constantemente vemos como son agravadas por estas formas de mal-trato a sus trabajadoras/es. “Mal trato” que es transmitido de manera silente hasta los más pequeños/as de las familias.

 

En efecto, dentro de la experiencia desarrollada por el Programa de Reparación del Maltrato (PRM) Ciudad del Niño de la Ciudad de Castro, en sus ya 14 años de funcionamiento y su atención a más de 1000 niños, niñas y jóvenes,  se ha presentado como variable significante que las madres de los niños y niñas que son atendidos son, en su gran mayoría, trabajadoras de empresas salmoneras. Donde además, las vulneraciones de las cuales son víctimas sus hijos/as son vulneraciones sexuales. Es decir, son niñas y niños gravemente vulnerados en escenarios de constante soledad propicios para dicha vulneración.

 

Un aspecto relevante a considerar dentro de la última estadística realizada por el programa (periodo 2013-2015) es el significativo número de ingresos de casos correspondientes a las comunas de Castro y Quellón, muy por sobre la media del total de comunas de la provincia, inclusive triplicando el número de ingresos desde comunas pequeñas como Chonchi, Queilen y Quemchi. Lo llamativo es que Castro y Quellón son justamente las comunas que concentran la gran mayoría de plantas salmoneras en la provincia. Por ello, las familias con las que desarrollamos estos procesos reparatorios de intervención están ligadas –principalmente- al rubro salmonero. La estadística se agrava –por lo demás- cuando constatamos que la tipología de ingreso que predomina en estas dos comunas está relacionada con vulneraciones graves en la esfera sexual, específicamente Abuso Sexual y Violación.

 

Cuadros I, II y III

Estadísticas del Programa de Reparación del Maltrato (PRM) Ciudad del Niño, Castro, 2013 - 2015

 

Por otra parte, y sin distanciarnos mucho de la problemática descrita, es necesario evidenciar otro fenómeno producido por las consecuencias del régimen laboral salmonera, me refiero al caso de la proliferación de guarderías ilegales, las cuales han ido surgiendo en paralelo a las demandas de mano de obra para dicha industria. Y es que las familias al tener escasa vinculación con redes primarias (familia extensa), el extenso sistema de turnos y la ineficiencia estatal para ofrecer cobertura a dicha necesidad, terminan por llevar a sus hijos/as a casas particulares, donde otras mujeres se dedican su cuidado, alimentación, los envían a la escuela, en fin, se hacen cargo de éstos mientras su madres trabajan, incluyendo en las noches, cuando miles de madres chilweñas permanecen en las plantas de proceso de la industria salmonera.

 

En definitiva, es bajo este complejo escenario laboral, social y territorial en que se dan estos factores de riesgo. Ambientes silenciados e invisibilizados en que los niños y niñas de Chiloé se ven obligados a establecer solitariamente sus límites y autocuidados. Contextos económico-productivos que terminan por exponerlos a confiar en personas que –en muchas ocasiones- no tienen un vínculo amoroso y responsable con ellos/as.

 

Claramente la modificación de la estructura familiar no es una problemática que le preocupe a las empresas salmoneras, es más,  la profundizan y agravan mediante la subcontratación laboral, con la cual se desligan de una serie de compromisos y responsabilidades éticas y legales con la protección de la maternidad, el aseguramiento del derecho a sala cuna, el respeto al periodo prenatal, los fueros, las horas de lactancia, entre otros. Un amplio abanico de derechos conculcados que los vuelven inejecutables. Por ejemplo, ¿es posible para una madre en su post natal ir a su hora de lactancia al medio día mientras se encuentra en la planta de proceso salmonero ubicada a varias horas de su hogar? Claramente no.

 

En fin, el extractivismo salmonero en estas casi 4 décadas, no solo determinó la anoxia y la eutrofización del mar interior chilote, sino que también nos está afectando y condicionando desde dentro. Atentando a la esencia de toda sociedad: a sus niños y niñas, impidiéndoles disfrutar de un buen mate al lado de la cocina en invierno con sus padres, a una conversación y abrazo tranquilo, a una matriz de crecimiento seguro. Sin duda, afectación directa a nuestra construcción familiar y social chilota.

 

Bibliografía consultada

 

Barudy J. (1998). El dolor Invisible de la Infancia: una Lectura Ecosistemica del Maltrato Infantil. Paidós Ediciones. Buenos Aires.

 

Ravazolla M. (1997). Historias Infames: Los Maltratos en las Relaciones. Paidós Ediciones. Buenos Aires.

 

Resumen Estadístico Casos Atendido Periodo 2013-2015 del PRM Ciudad del Niño de Castro.

 

Valdés, Rebolledo, Pavez & Hernández. (2014). Trabajos y Familias en el Neoliberalismo. LOM Ediciones. Santiago.

 

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