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El rebrote de la memoria comunitaria en Huillinco: abordaje audiovisual de los cuadernos de la historia

 

 

Los Cuadernos de la Historia, fueron una iniciativa que comenzó a barajarse alrededor de 1985. Con ellos se buscaba incentivar el dialogo intergeneracional dentro de las comunidades de Chiloé, considerando que las nuevas generaciones estaban viviendo una etapa distinta en el proceso histórico insular, viendo y haciéndose participe del trabajo asalariado, principalmente en la industria salmonera, y en un contexto de dictadura militar.

 

Eran los albores de la incidencia de una nueva cultura de tipo globalizada sobre una sociedad chilota que poco a poco se expresaba y extraviaba en este nuevo contexto, y que empezaba a dejar atrás –a la vez- una serie de prácticas comunitarias. Los cuadernos buscaban, por tanto, fortalecer y defender la memoria y saberes de esa vida comunitaria que aún camina por la cornisa de nuestra historia; pero que brota y rebrota en cada instante; que aún sigue nutriendo el intenso y subterráneo caudal de nuestro territorio. 

 

Ahora bien, el Cuaderno N° 9 de esta serie fue elaborado por la comunidad de Huillinco, localidad que se encuentra a medio camino entre Chonchi y Cucao, en el corazón de la Isla Grande. La importancia de este trabajo para Huillinco radica no solo en el contenido del cuaderno, sino principalmente en la manera en que fue elaborado (tanto en ésta como en las demás comunidades). En este sentido, es clarificadora la frase “HECHO POR LA COMUNIDAD” bajo el título de sus portadas. 

 

Hechas estas aclaraciones, nos alegra poder difundir un nuevo documento, ahora en formato audiovisual, que retrata la “Historia de la historia”. Es decir, una relectura a esa elaboración conjunta facilitada por el reciente trabajo audiovisual realizado en el Taller de Periodismo de la Escuela de Huillinco, integrado por 6 niñas/os, a cargo de la periodista huillincana Vanessa Álvarez.

 

Para poder conocer un poquito más de este importante y nuevo documento histórico-comunitario, conversamos con Vanessa: 

 

¿Qué crees que significó para los niños del taller de periodismo documentar sobre el cuaderno histórico de su comunidad?

 

R: En primer lugar creo que significó para ellos descubrir nuevas habilidades, correr el hilo de sus capacidades y atreverse a hacer algo nuevo; sentarse a reflexionar sobre la historia de su pueblo y no la de la fundación de Santiago; darse un tiempo para valorar la sabiduría y la memoria de sus vecinos…saber que ahí está nuestra gran historia, eso que parece tan obvio pero que ha quedado en un plano atrás.

 

¿Qué significó para ti como periodista Chilota y ex alumna de la escuela de Huillinco realizar este trabajo?

 

R: Una responsabilidad grande, porque estábamos contando la historia de cómo se hizo un libro que relata por lo menos unos 300 años de historia, en un periodo de ocho clases.  Me parece importante ahondar en nosotros, hemos crecido con los grandes relatos eurocentristas, nos parece más familiar la Revolución Francesa que las instancias en que el pueblo Williche parlamentó con la Corona Española o el Estado Chileno. Volver a la escuela, caminar hasta la casa de mi abuela, es siempre una conexión con la matriz territorial que me recuerda el amor a Chiloé inculcado por los profesores de aquel entonces. El Archipiélago está en un proceso vertiginoso de cambios, por ello es importante que las nuevas generaciones tengan claro cuál es el pasado para que puedan decidir qué quieren y qué no en el Archipiélago.

 

¿Cuáles crees que son los desafíos de las escuelas y colegios chilotes en el rescate de la memoria de sus comunidades? 

 

R: Humildemente, creo que el desafío es que los establecimientos educacionales vuelvan a mirar el contexto en el que están insertos. ¿Qué pasa con Chiloé? ¿Por qué ese mallín ya no existe, ¿Por qué ya no hay este tipo de pez?  ¿Qué pasa con el agua, el bosque…son finitos?  Creo que la escuela debe ser  más que un espacio para ir a aprender contenidos y luego ser exitoso (a), debe ser más que una “guardería” para que los papás y mamás puedan trabajar y producir tranquilos para que el sistema funcione. Me gustaría que la escuela sea un espacio de encuentro para aprehender el hábitat donde vivimos, de esa manera comprenderlo y construir nuestro día a día responsablemente. Por ello sería bueno que las escuelas usen las horas de “libre albedrío” en talleres enfocados en Chiloé. Por otro lado, creo que es triste cuando una escuela rural se cierra, porque se genera desarraigo del territorio y de su memoria colectiva de ese pueblo.

 

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